Un parroquiano del Bañado Sur me decía, entre risas y
apenado: —Nuestro país están manejados
por los “reingenieros” de la corrupción sistémica.
Según la TGC, la ignorancia ha demostrado ser fiel a la
economía, si el poder no respeta sus
principios elementales.
Estamos tan acostumbrados a decir alguna barbaridad,
para tratar de protestar sobre el manejo de las cosas públicas, con tal de
opinar. Hasta el término “reingeniería”, término muy utilizado en finanzas, se
aplica, en el criterio de los ciudadanos, para explicar este carnaval económico
del gobierno. Donde sólo mejoran los de mayor poder adquisitivo; y se estancan
los pobres, al amparo de proyectos rimbombantes, cuyos cultores en las
distintas oficinas públicas, ganan salarios de primer mundo.
La libertad de nuestra democracia, va dando sus frutos
al tener una prensa cada día más comprometida en servir a su pueblo, enseñando
la verdad de los hechos actos y prácticas de la corrupción sistémica; incluso
con nombres y apellidos. Datos que hasta hoy las autoridades no pueden
utilizar, eficientemente para frenar y devolver el respeto en la sociedad.
Respondiendo más a los intereses personales y locales.
Esta reingeniería, explicada por la gente del Bañado,
parece adivinar la intención de nuestros vecinos del Plata, al querer canjear
muebles viejos, con una situación monetaria concreta; una realidad
impostergable para la salud de nuestro desarrollo como nación; como miembro
activo del Mercosur.
Esa cuestión fundamental, respecto a las represas,
hasta hoy sólo se ha visto diezmada y ocultada, por la politiquería de nuestros
actores: tan acostumbrados a confundir y comparar los bienes públicos con los
privados, a la hora de pretender dar respuestas a las necesidades sociales del
país.
La corrupción sistémica galopante, en perjuicio de los
más necesitados, no se contrarresta con la reingeniería al servicio de la
ignorancia colectiva, sino con un proceso de curación social política.
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