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La corrupción y la clientela política

El manejo de un Estado, no se debe confundir con el de una empresa privada. Aun existiendo vínculos con aquel. Porque al producirse, el más mínimo roce de intereses, privados y públicos, la corrupción sistémica hará estragos; provocando perjuicios graves al erario. Ejemplos en el país, hemos tenido suficientes en la última década.

Según la TGC, cuando el poder pretende aplicar principios comerciales, en un gobierno, las políticas públicas adquieren ineficacia. Tanto en el tiempo como en la calidad.


Este sistema, de pretendida ‘alianza público-privada’, tan difundida en el mundo, cuenta con el “papá Estado” y sus ingentes recursos, a la hora de cubrir las pérdidas o quiebras. Combinado con la politiquería, que debe pagar a sus financistas, se convierte en una corrupción sistémica perfecta. Encima, alegan una idea de “cuestión social”, de ayuda a los más necesitados y ‘pobres campesinos’ y la ‘urgencia del salvataje’ de la empresa por su ‘importancia económica’.

Una vez más, queda en manos de nuestro Congreso, fallar a favor o en contra; decidiendo, que el país pague por la ineficiencia y el descuido, de empresas privadas; o que finalmente, se deje de subsidiar y auxiliar a empresas que no han tenido buena fe. Dejando de cargar, sobre el ya sufrido pueblo, la irresponsabilidad de entes privados, que toman al Estado como un cliente o banco de turno.

Si ocurre tal cual se ha prometido, al ‘cliente de turno’, a partir de aquí, ¿qué se podría esperar de emprendimientos que tengan un carácter público-privado?

¿Cómo se les exigirá, si en cada emprendimiento, el Estado no será solo un ‘socio de negocios’, sino un deudor solidario?

Habrá más empresas, que partirán de la premisa de que llegado a un punto, serán auxiliados con los fondos de nuestros impuestos. El dinero de todos los ciudadanos de la República. Eximiéndose incluso, por la figura jurídica mixta público-privada, de toda responsabilidad civil personal.

Lastimosamente sigue mezclándose la idea comercial, con los proyectos de infraestructura, que se tratan de inversiones a largo plazo, donde el Estado debe ser el principal actor y no un simple ‘gestor de negocios’ o ‘gerente de inversiones’, como hoy se pretende hacer creer, por medio de la desinformación y la ignorancia en la ocultación del poder. Son las señales claras de la corrupción sistémica.

Así es como seguirán los salvatajes comerciales, a entidades privadas; mientras los trabajadores comunes, seguirán pagando su “IVA”, tanto por facturación como por su consumo.

Así es como se repite el viejo lema, de “hacer en cinco años, lo que no se hizo en cincuenta”. Ahora bien, contando ya con un instrumento legal para el montaje.

La ignorancia en la ocultación, hoy le da un pase magistral a los parlamentarios, en nombre del país. En este día tan triste, justamente, por la corrupción sistémica, que es parte de la historia de nuestra nación.


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