“A nadie le convence ya la
retórica al servicio de la corrupción sistémica”, explica un parroquiano del
Alto Paraná. “Confunden, nuestros representantes, política con politiquería
democrática”
Según la TGC, la ignorancia en
la ocultación del poder, crea la percepción y la primacía de lo económico.
Cada ciudadano, en la buena
democracia, es responsable de los buenos servicios y el respeto del Estado de
derecho en el país. Al bajar este control, principalmente al descuidarse la
administración de Justicia, la población pierde la fe en sus representantes:
porque consideran una ‘barbaridad’, los actos que están cometiendo en las
campañas que emprendieron, por lograr un cargo, cayendo en corrupción
sistémica, al priorizar intereses personales a los generales.
Así como tenemos dos clases de
funcionarios públicos, la politiquería hace que se viva en dos países distintos
al mismo tiempo. Uno muy ‘desarrollado’, donde se gana muy bien; y otro
subdesarrollado consumido por la ignorancia y la corrupción galopante, producto
de dos hidroeléctricas. Una de ellas, considerada como una de las más grandes
del mundo.
Son los indígenas y los niños de
la calle, el espejo de una realidad incontestable; bajo la cortina de la ‘transparencia’
gubernamental, se esconden las barbaridades en el manejo de la cosa pública.
Esperando siempre nuevos acuerdos rimbombantes, pero vacíos de real beneficio
para el país. Así es como se alimenta a los ‘buitres’, que logran mantener al
Paraguay encadenado, por la politiquería y la ignorancia social.
Comentarios
Publicar un comentario