Las
prácticas, hechos y actos de la corrupción sistémica, de parte de las
instituciones públicas: a veces da miedo a los contribuyentes.
Según la
TGC, si hay desinterés en bajar la ignorancia en la ocultación del poder, la
injusticia se convierte en la única guía.
Esta realidad,
los contribuyentes la manejan con suma preocupación, ya que aun conociendo
nombres y apellidos de los supuestos responsables, los encargados de hacer
cumplir los Códigos de ética, en las diversas instituciones de la República,
consideran a estos hechos como “sin importancia”. Así se destruyen las bases de
las asociaciones y la política en sí mismas, dando como resultado la percepción
de las personas comunes, sobre la falta total de justicia y equidad.
También
seguimos teniendo en nuestra democracia a dirigentes bananeros, trovadores de
boca, que utilizan la política a su propio beneficio y tratan de confundir a
los ciudadanos. Alegando supuesto interés general y de progreso: pero siempre,
el sufrido contribuyente, es el que responde por las aventuras politiqueras.
El juego
económico de este gobierno, está llegando molestoso a los sindicatos y
empresarios agremiados; ni que decir para el público usuario, obligados a
pagar: ANDE, IPS y transporte público deficitarios. Así como a otras instituciones
de carácter público-privado, que siguen extrayendo el dinero público para fines
netamente político privados-comerciales.
La
claridad, la libertad y la virtud, que la ciudadanía ha empezado a experimentar
gracias a la democracia, exigen mucho más a los administradores. En cuanto al
respeto del Estado de derecho y la acción para bajar los niveles de la corrupción
sistémica: Que debe tener como premisa la disminución, también progresiva de la
ignorancia en la ocultación del poder.
El país
está muy dolido, según dicen la mayoría de los contribuyentes: Todas las calles
del país están destruidas, los hospitales se caen a pedazos; la seguridad,
muchas gracias.
Estamos a
días de grandes huelgas y manifestaciones masivas, que involucrarán a los
educadores, cansados de la politiquería; de pretender simular “progreso” a
costa de los niños del país.
También se
suman los médicos y demás trabajadores sociales, mal pagados y sacrificados por
la corrupción sistémica imperante en la estructura política del país.
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