La gente
está comenzando a comprender que la corrupción sistémica, es una carga pública
devastadora para el país.
Según la
TGC, la ignorancia en la ocultación del poder, puede descubrirse si es que
existe un verdadero sistema democrático. En cambio, en un sistema autoritario,
tipo bananero, todo se guarda con siete llaves.
Una
democracia republicana, abierta y capaz de corregir, se expresa a través de la
crítica y el rechazo a sus actores representantes del pueblo soberano, que
incumplen con su mandato constitucional. Cuyos hechos, actos y prácticas
corruptas son conocidos y sancionados por los tribunales partidarios. Se
cumplen los Códigos de ética, dejando de lado a sus infractores, por ser
enemigos del propio Estado de derecho.
Una
República, donde existe cuidado en el uso de las grandes asociaciones de
personas libres, pero exigentes a favor del bienestar del pueblo. Si en verdad,
sus integrantes eran conscientes de la ética que debe acompañar a todo
político. Al encontrarse atrapado por la corrupción sistémica en sus cargos
públicos: Deberían haber renunciado, para engrandecer a su partido y demostrar
la vigencia de la democracia participativa con libertad de expresión.
Aún
teniendo nombres y apellidos, gracias a la acción de un cuarto poder muy interesado
en enseñar al país, sobre la importancia del respeto y el buen uso de los
bienes públicos; para evitar que se conviertan en carga pública, sin
resultados.
De tanto en
tanto, las visitas nos muestran la magnitud de la corrupción sistémica, en la ignorancia
del poder; en perjuicio de nuestros recursos naturales, al servicio de la
politiquería (“No aviven a los giles”).
La política
nacional actual, carece de la decisión y la claridad, con respecto a sus
hidroeléctricas; pretendiendo avanzar con palabreríos y citas célebres.
Autoproclamándose como los “únicos capaces”. Así, hasta dejar sus cargos en el
Estado y aplaudir la ignorancia, encadenando a todos los ciudadanos del
Paraguay.
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