Me decía un parroquiano del
Alto Paraná: — ¡Qué gran blanqueo a favor de los politiqueros, de la corrupción
sistémica…!
Según la TGC, si no hay
control, todo poder está contaminado por la ignorancia en la ocultación.
Nuestra democracia va
ganando en la opinión de la gente, la comprensión de los conceptos; pidiendo y
aclarando las falencias en la administración pública de interés nacional.
La gran novedad en el decir
de la politiquería, de “combatir la corrupción”, comienza a pasar factura, al
comprobar la población que lo único que realmente se está materializando, es un
blanqueo generacional, a favor de aquellos señalados como autores.
Cerrándose así, con siete
llaves la posibilidad de modificación en los presupuestos públicos de
inversión, en educación y salud; pero sí continuarán los salarios fabulosos
para cierto tipo de funcionarios favorecidos por la claque.
“Pero hay más novedad—me
agregaba el citadino paranaense—hoy los imputados comienzan el ataque en contra
de los fiscales y demás encargados de la justicia”
La claridad, la libertad y
la virtud, siguen siendo olvidadas por algunos magistrados, al caer en las
garras del deseo.
Nuestra prensa sigue, de
alguna manera tratando de buscar la verdad, para ir manteniendo la sana opinión
pública nacional.
Este blanqueo, en el manejo
de las instituciones públicas, hace que todos los slogans de “corrupción cero”
caigan en “saco roto”, cuando los encargados confunden los conceptos, de los
tipos de corrupción, a la vista de la realidad.
La costumbre de los
administradores de resaltar con bombos y platillos la pequeña corrupción,
oscureciendo la opinión pública, a favor de la ocultación de la gran
corrupción, da como resultado una gran injusticia en contra de la población más
necesitada; principalmente de los indígenas y los niños, consumidos por las
carencias y explotación de todo tipo.
Esto sigue siendo manejado,
hábilmente como una causal de urgencia y desmanes, por la ignorancia en la
ocultación del poder público.
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