Ley madre
Un parroquiano de Lambaré
asegura: “Si la Constitución no se respeta, se constituye en ley muerta o prisionera de la corrupción sistémica”.
Según la TGC,
toda ley tiene dos cabezas en manos
del poder.
Al considerar a la ley
prisionera, ante la buena o mala aplicación, que de ella realicen quienes
detentan el poder; llena de dudas la
vida del país, en una democracia
participativa, donde se pretenda un Estado de derecho en vigencia.
Nadie puede alterar
para acomodar a favor de tal o cual
servidor público; tergiversando la letra
misma de la Constitución, ley fundamental,
cuyo incumplimiento, por parte de los encargados públicos, puede ser
considerado como injusticia. Que no es otra cosa sino la corrupción sistémica
en acción, movida por la politiquería.
Ignorancia y
corrupción
En América Latina
“la letra muerta de ley”, siempre fue caballito de los gobernantes, cuando de intereses
económicos se trata, especulando sobre el bien común, que termina siendo la torta de premio a la ignorancia,
de un pueblo sin civismo; por la
necesidad, paupérrima en la vida, donde las instituciones del Estado son usadas en campañas mentirosas y
gansteriles: buscando el acuerdo de los “padrinos”.
“Mientras la gente, protesta, pero sin activar para buscar
la justicia, dentro del respeto de los
principios constitucionales, en primer lugar”, afirmaba el lambareño.
Esta práctica en la
ley, hace nacer la famosa impunidad,
al no respetarla según los principios
del derecho.
Sabemos y vivimos nuestra
democracia, viendo ascensos de políticos indiciados de corrupción sistémica, al servicio de los intereses personales, olvidando la verdadera
función; por lo que se les paga del erario, y no para servirse como trampolín
de futuros cargos electivos, con viso democrático.
Así es como se hace la política
para los acólitos asalariados, mientras la gente está cada día más desgarrada por los abusos y la inseguridad en la República, en manos de “gatillos
fáciles”, al servicio de la ley.
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