Simbiosis
Un parroquiano de Pilar,
me explica: “La delincuencia vive de
la corrupción sistémica del Estado”.
Según la TGC, el
poder, naturalmente corrupto, debe
tener un solo objetivo primario: disminuir
la ignorancia.
En la democracia,
todo corre, todo se sabe; nada queda, nada se esconde del cuarto poder; pero, aún así, a la gente le resulta difícil
comprender esta realidad, que la corrupción
sistémica es la que sostiene a la pequeña
corrupción; es decir, a los delincuentes, que en soledad o en pequeños
grupos, forman la denominada delincuencia
generalizada.
Realidad del país
“El Paraguay es uno y pequeño; nos conocemos todos. Si
hay delincuentes, es porque alguien de peso lo sostiene en el negocio”, reafirmaba el pilarense.
La claridad, la libertad y la virtud, deben comenzar a
tenerse en cuenta, ante tanta necesidad de aclarar las responsabilidades de los funcionarios
públicos; que siguen al amparo de la
ley, pero tan delincuencial, como cualquiera, según la propia prensa, tanto
oficial como opositora.
Un Estado de derecho
siempre puede constantemente, ser objeto de supresión, de partes interesadas en
la cuestión estatal. Lo cual se ha repetido y reproducido, en todas nuestras etapas históricas como país, para
mantener intereses personales, un signo característico de la delincuencia, pero
tan distinto de las organizaciones
corruptas, las cuales normalmente tienen invisibilidad estructural.
Por eso debemos tener en cuenta las características de la gran corrupción
sistémica, que se manifiesta en actos,
hechos y prácticas, que aparentan, ante la gente común, tener viso de legalidad; resultando los ejecutores totalmente prescindibles,
cambiables y sustituibles rápidamente.
Fórmula de poder
Lo mismo ocurre, en las tendencias de izquierda o de derecha; porque es una concepción del poder mismo, no de su acción o dirección preferente.
Idéntica manifestación, en sistemas políticos
abiertos, así como en los totalitarios, porque utiliza la ignorancia jurídica, en sus tres niveles,
para organizar sistemas paralelos de recaudación
sectaria, con plenos poderes legales.
“Entonces todo responde a una sencilla conclusión; una fórmula de carácter universal: corrupción, poder e ignorancia. Pero
capaz de bajar por medio de la ciencia, este flagelo nacional e internacional”, estimaba el ciudadano.
Es un fenómeno muy unido a la propia civilización; pero
hasta hoy, no separado a la vista y estudio real de parte de los encargados de
los países. La lógica es simple: Si baja la ignorancia, disminuirá también la
delincuencia.
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