“Aquí en el Alto
Paraná, asociamos el golpe con la corrupción sistémica”—me decía un
parroquiano de Ciudad del Este.
Según la TGC, si la ignorancia no baja, siempre habrá un
alto nivel de corrupción sistémica: sin importar la forma de gobierno que rija
un país.
“Nuestra libertad de
expresión y de acción, logradas con el Golpe del 89, hasta hoy solo nos
demuestra la imposibilidad de bajar la corrupción sistémica, aunque todos los
gobiernos que pasaron, la han utilizado a su favor”—agregaba el demócrata
del Alto Paraná.
“Algunos dejaron el
poder con mayor corrupción y otros fueron rajados antes de terminar… esta verdad nos llevó al punto medio impredecible;
donde todos creen y dicen transparentemente, pero nadie acepta y pone en
práctica la verdad como un principio de ciencia, con claridad, libertad y
virtud para lograr un gran golpe contra la corrupción”—aseveraba.
Este bendito país, lleno de esperanza y posibilidades, requiere
con urgencia, el uso equitativo de sus recursos naturales, que hasta hoy siguen
entregados a la voluntad de los vecinos y corredores de bolsa; quedando toda la
carga sobre la espalda de los más necesitados y los pueblos originarios. Explotados
hasta la fecha, sin llegar a cumplirse ninguna de las promesas planteadas por
los compradores de voto.
Ese es el mejor golpe pensado en los países
subdesarrollados, carentes de todos los servicios básicos, manejados por la corrupción
sistémica por medio del alza de precios y el monopolio en nombre de la
democracia. Así es como, el producto interno y la cosa pública, siguen siendo
alegatos sintomáticos de ignorancia y corrupción.