El buen recomendador
Un parroquiano de Pilar me expresa: “Lo que el paraguayo sabe hacer es recomendar; sin molestarse en saber si es verdad lo que aconseja”.
Un parroquiano de Pilar me expresa: “Lo que el paraguayo sabe hacer es recomendar; sin molestarse en saber si es verdad lo que aconseja”.
Según la TGC, toda ignorancia está en movimiento; se adapta
y se transforma de mil maneras posibles, cuando necesita ser usada por el
poder.
Nuestra democracia tiene cierta particularidad: resulta
convincente para movilizar a la gente, principalmente jóvenes; con rápido poder
de discernimiento ante la claridad de los hechos, actos y prácticas de la
corrupción sistémica, cuya sombra percibimos todos los habitantes, al observar
el manejo de la cosa pública, mientras siguen las recomendaciones de los
encargados de turno en los poderes.
Éstos no se molestan en escudriñar y buscar que se cumplan
los planes, pedidos o promesas realizadas sobre las necesidades de la gente. “En fin”—me decía este demócrata—“siempre somos ‘haleros’*, pero jamás nos
comprometemos para hacer cumplir lo peticionado”.
Jóvenes demócratas
Jóvenes demócratas
Es innegable el pedido de los jóvenes, que ya nacieron en la nueva era, de exigir por la fuerza una mejor
educación, y el planteamiento de claridad, libertad y virtud, pretendiendo realizaciones concretas, pese a la imposibilidad de llegar a soluciones
totales. Pero los jóvenes están allí, ya conscientes de la situación.
La mera recomendación es la política más practicada en el
país, para ganar votos con promesas. Afortunadamente, ahora, de a poco se va
distinguiendo la Teoría General de la
corrupción en el país; y la doctrina curacionista,
que es muy importante para la acción política.
Nueva independencia nacional
Nueva independencia nacional
Esta fuerza juvenil, como lo fue hace más de dos centurias,
resulta una nueva independencia, pero ya de la conciencia social y política:
con el firme propósito de superar la ignorancia y el sistema del amiguismo.
Si bien tenemos una Constitución que establece un Estado
social de derecho, al carecer el pueblo del conocimiento y el civismo, sigue
pasando, a nombre de partidos o movimientos, la charlatanería populista; con
ideología parcial, según su necesidad y momento económico personal, al servicio
de la corrupción sistémica.
“Es hora”—decía el
abnegado pilarense—“como decía el santo
padre, de decir y seguir luchando sobre los ideales que tenemos como país y
como personas”.
*En guaraní: quien solo alienta, hace vítores y loas. Que
sigue la corriente.