Un
parroquiano del Bañado Sur, cerca de Cateura,
me decía: “El toque parece ser imputar a un ambientalista. Debe ser corrupción sistémica,
desconocer la Ley”.
Según la
TGC, todo poder es corrupto naturalmente; por lo cual se debe buscar disminuir
la ignorancia en la ocultación de su estructura.
Parece
correr el deseo de sanear la administración, pero constantemente se cae en
ignorancia, al no dar una buena interpretación o siguiendo un procedimiento
apresurado, al ritmo de la prensa. Queriendo mostrar y recaudar. Lo típico en
un ambiente totalmente corrupto, donde los conceptos se alteran, según la
conveniencia.
Nuestra
democracia en libertad de expresión, va mostrando tímidamente, pero en grado
superlativo, la gran falencia en la administración del Estado. Dando un mensaje
de “callejón sin salida” a la opinión pública.
Este ambientalista,
ha creado una fundación única tal vez, en todo el país, que recoge pilas y
otros objetos altamente tóxicos y contaminantes. Muchos, tal vez, del propio
Río Paraguay. Que provee de agua potable a la mayor parte de Gran Asunción.
Asunción
fue declarada capital verde de Sudamérica, y al mismo tiempo, la más corrupta
en la Región.
¡Qué paradoja!
En esa situación no resulta extraño, imputar a un luchador, que con su trabajo
está colaborando a que se logre el título “verde”, a nivel internacional. Ya
que en el país, lo que menos interesa es la claridad en la función pública.
Hoy una
parte de la juventud está preocupada con esta verdad. Saliendo a reclamar el
respeto de su derecho, de vivir en un ambiente saludable. Principalmente en los
cauces hídricos de todo el país.
Es hora de
buscar la realidad, la libertad y la virtud, sin perder más tiempo. El país
necesita un nuevo sentir y hacer en la vida política, superando tal vez la
vieja costumbre de perder algún bien común, ya sean lagos o ríos, para luego,
pretender bajar la contaminación ambiental.
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