Me decía un parroquiano del
Bañado: —“El único mal del país es la
corrupción y la ignorancia; pero sigue sin ser reconocido por las autoridades”.
Según la TGC, el poder y su
estructura, son los encargados de bajar los niveles de ignorancia y corrupción.
Este concepto archiconocido
en nuestro país, fácilmente se confunde por los intereses económicos y
políticos, sin importar los resultados futuros, sino solo cumplir con la
propaganda mediática.
Hoy estos poderes están
visiblemente en la corrupción sistémica, lo cual es percibido hasta por el
último ciudadano del país. Marcando en su vida, día tras día un contrapunto; a
manera de marcapasos, al saber la verdad de un Estado democrático en libertad,
manejado hábilmente por élites fácticas. Poniendo en riesgo y perjuicio
permanente al bien común.
Todo el quehacer
administrativo gubernamental, va cayendo en la percepción de injusticia. Tanto
llega el perjuicio de la corrupción sistémica, que los propios afiliados a los
partidos políticos reconocidos, dudan de sus dirigentes, esperando más acciones
a favor de la justicia.
La información manejada, a
través de elementos modernos, permite la visualización de todo cuanto ocurre en
cualquier lugar del país o el mundo. Pero se sigue penalizando a la pequeña
corrupción; para acomodar los daños de la corrupción sistémica o intraley.
Esta verdad la vislumbran
los jóvenes y están convencidos de poder mostrarle a la sociedad toda, que un
país distinto es posible. Pese a que hasta se van rompiendo y destrozando las
bases que sustentan, a las propias “Casas de Estudio”.
Este juego de contrapunto, a
causa de la influencia cultural, muy corrupta estructuralmente, convierte en
urgente necesidad, la aplicación de conocimientos a favor de la ciencia social,
dejando de lado la famosa frase de “ya sabemos todo luego”. Muy en boga tanto
en los ámbitos populares y coloquiales, así como en círculos académicos.
Nuestra democracia ha tenido
un vuelo, y el mundo sabe hoy de Paraguay, por medio de su marca país, que, por
la clase política paquidérmica, son la corrupción y la ignorancia, con sus
diversas manifestaciones.
Hemos demostrado que se
puede superar este flagelo, con ciencia y saneando la política, principalmente,
en los futuros actores de la política, para que la interpretación de la Carta
Magna, deba ser respetada sin contrapunto.
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