Un parroquiano del Bañado Sur me decía: “Al fin se descubrió
a la corrupción sistémica en la Cámara Baja. Ahora esperamos que suba arriba”
Según la TGC, la ignorancia en la ocultación de todo poder,
produce invariablemente corrupción.
Aquí comienza lo bueno de un sistema democrático, en libertad
y con un Estado de derecho, comprometido ante la opinión pública, al
interpretar la ley para aplicar las consecuencias para todo hecho, acto o
práctica de corrupción sistémica.
Últimamente se ha visto que los propios ejecutores,
resultaron ser funcionarios electos como representantes del pueblo. Miembros de
un partido respetable ante el mundo, que cuenta con sus “Códigos de ética”,
todos al día. Cuyos artículos, penalizan entre sus pares y ante la ciudadanía
en general.
“Mal de tonto, consuelo de vivo”, podría afirmarse, tal vez,
al pretender alegar, confundiendo error con mal proceder, en política.
“Más bien ignorancia”, me resaltó este parroquiano del Bañado
Sur. “Que no se admite a nadie y mucho menos a un legislador. Desde que el
mundo comenzó a tener en cuenta la Ley, a la hora de cuidar del patrimonio
público. Tan manoseada por la politiquería y sus oportunistas”.
El ser ciudadanos nos obliga a manifestarnos y exteriorizar
nuestra preocupación para mejorar la convivencia en el país.
En estos últimos tiempos, el arte tendría poco lugar en la
política; más bien se necesita ciencia; para seguir corrigiendo el camino
difícil de “ser ciudadanos” comprometidos con el bien común.
Hoy hemos perdido nuevamente: Al ser rechazada la libertad
del elector de elegir y llegar a sanear, al menos por fuera, a la corrupción, a
partir de su voto.
Cada día la gente va comprendiendo más la importancia de la
claridad, la libertad y la virtud, como únicos medios para tener un país a la
altura del mundo actual.
Tanta es la preocupación, de los bañadenses, al saber la verdad de un legislador. Solo resta saber
si los fiscales, le dan lo justo.
El subdesarrollo en Latinoamérica, siempre manejó la
corrupción sistémica, a nombre del pueblo y sus necesidades. Quedando así,
clavos impagables después de cada gobierno. Llenos de promesas, sin medir la
posibilidad real de endeudamiento del pueblo. Con toda esa propaganda encima,
son pocos pero valiosos, los ciudadanos capaces de luchar contra la corrupción
sistémica del poder.
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