Resulta increíble que aún tengan que restarse vidas para establecer procesos económicos, pese a todos los avances de la humanidad en materia jurídica. Pero, por lo visto, son insuficientes.
Aunque para este blog ya resulte un lugar común, el proceso de curación social, que opera sobre la corrupción, corresponde no solo a ciclos predecibles, debidos a coyunturas económicas sino también responden a doctrinas políticas vacías de contenido correspondiente a su género.
"Deformación del sistema político"
Releyendo un informe del Vaticano del año 2006, donde conferenciaron expertos en la lucha contra la corrupción, se puede advertir que "La Iglesia considera la corrupción como un hecho muy grave de deformación del sistema político".
Vale una actualización y crítica sobre este punto para afirmar de que la corrupción es un elemento esencial de la política, y el sistema político se debe establecer precisamente para contrarrestarlo no para servir de medio instrumental. Es decir, es más que un proceso fenomenal o de disparidad, es una realidad del poder, constante como este, pero que tiene una variable para el bien: la ignorancia.
A lo que se busca llegar es a la precisión que mientras no se cambie el concepto mismo de la corrupción no se podrán dar respuestas a la gente, y se seguirá usando la acusación mutua de "ilegitimidad", impidiendo que los propios ciudadanos vean la realidad que les circunda, que no es un circo, sino un sistema perfecto, en el cual también opera una "curación social", un anticuerpo que funciona en los pueblos pero que muchas veces debe ser forzado a fin de que el proceso "natural" no genere líderes naturales, conciencias plenas individuales para el bien común, y acaso peligren los sectarismos del control ideológico que tanto ayudan a la no consecución de los valores universales que pregona la comunidad internacional en sus principios para el nuevo milenio.