Aquí en Paraguay todo se puede
lograr, siempre. Hasta curso rápido en política se da en una democracia
comercial donde “La corrupción” es el
único móvil de los electos ya que la misma es sistémica y nadie la puede
alterar, aunque su banca la haya logrado a través del voto popular, y que
también estén algunos nuevos parlamentarios que hablen de mejorar
sustancialmente en la materia.
La
Teoría General de la
Corrupción (TGC) nos brinda métodos para que se pueda pasar
del discurso al hecho, para que no vuelva a pasar la misma decepción, por eso
la deben conocer y manejar.
Hasta el último del Poder Ejecutivo: que tanto dijo que mejoraría; terminó enredándose con más fuerza que el “sacado”, desde el mismo día siguiente a su asunción al cargo.
Comienzan a enumerar los posibles problemas como ser el presupuesto, que no tiene dirección, respeto ni prosecución lógica. Pregunto, ¿eso no es corrupción?
Que ninguno de los municipios sirve a la altura de la realidad social porque carecen de planificación edilicia.
¿No es eso corrupción?
Que la justicia debe mejorar con nuevas leyes “mágicas” del “nuevo parlamento”.
Mis queridos parlamentarios el problema del mundo no solo de Paraguay es “la corrupción”, la cual, seguirá en aumento, si se sigue aumentando la flota de políticos de curso rápido o “arandú ka’aty”; ganarán, estoy seguro, elecciones porque la política se canaliza a través de percepción, principalmente en los países donde no hay doctrina ni conocimiento sobre lo que es la verdadera política. Pero dentro de cinco años, de seguir así, no dándole su real dimensión a la realidad de la corrupción, se terminará acusando al pueblo nuevamente y proponiendo soluciones rápidas a manera de parche mal cosido.
La corrupción es una cuestión objetiva y no más subjetiva cuando atañe a la política, a la cuestión del poder, al ejercicio justo y de equidad social del derecho.
Hasta el último del Poder Ejecutivo: que tanto dijo que mejoraría; terminó enredándose con más fuerza que el “sacado”, desde el mismo día siguiente a su asunción al cargo.
La
diagnosis de los nuevos
Comienzan a enumerar los posibles problemas como ser el presupuesto, que no tiene dirección, respeto ni prosecución lógica. Pregunto, ¿eso no es corrupción?
Que ninguno de los municipios sirve a la altura de la realidad social porque carecen de planificación edilicia.
¿No es eso corrupción?
Que la justicia debe mejorar con nuevas leyes “mágicas” del “nuevo parlamento”.
Mis queridos parlamentarios el problema del mundo no solo de Paraguay es “la corrupción”, la cual, seguirá en aumento, si se sigue aumentando la flota de políticos de curso rápido o “arandú ka’aty”; ganarán, estoy seguro, elecciones porque la política se canaliza a través de percepción, principalmente en los países donde no hay doctrina ni conocimiento sobre lo que es la verdadera política. Pero dentro de cinco años, de seguir así, no dándole su real dimensión a la realidad de la corrupción, se terminará acusando al pueblo nuevamente y proponiendo soluciones rápidas a manera de parche mal cosido.
La corrupción es una cuestión objetiva y no más subjetiva cuando atañe a la política, a la cuestión del poder, al ejercicio justo y de equidad social del derecho.