No hay mejor campo para este nuevo camino de
ciencia, según la TGC ,
como el comercio ya que el mismo se podría decir nace del Derecho.
Pero aquí en Paraguay y en muchos otros países hay una cada vez más ferviente corriente que pretende imponer “códigos de ética” al comercio y promover al comerciante como político. Algunos para agrandar más su negocio privado y otros para mantenerlo a través del Estado. Ya querría el sabio Pericles volver a explicar algunas nociones básicas de democracia en Latino América.
Si esto no es cierto, pensemos un segundo en lo que Paraguay está perdiendo en su Hidroeléctrica principal a causa de un mal negocio jurídico. Amparados por “politiqueros” de la era dictatorial en la cual se aplicaba a la perfección la corrupción sistémica.
Hoy algunos retoños de esa misma élite nos dicen: “Tenemos un código de ética en el comercio”. Eso es manejado hábilmente por nuestros vecinos a quienes robustecemos a costa de nuestra fragilidad.
Tenemos dos grandes industrias “limpias”, pero la gran corrupción nos impide aprovecharlo, mientras siguen devorándose nuestros recursos naturales, y encima con el mote de “país más corrupto”, pobre culturalmente y subdesarrollado, esclavo de un extensionismo y de la ignorancia estática de nuestros propios dirigentes.
Pero aquí en Paraguay y en muchos otros países hay una cada vez más ferviente corriente que pretende imponer “códigos de ética” al comercio y promover al comerciante como político. Algunos para agrandar más su negocio privado y otros para mantenerlo a través del Estado. Ya querría el sabio Pericles volver a explicar algunas nociones básicas de democracia en Latino América.
La realidad comercial
Decíamos que no hay rama de la actividad humana
donde más se favorece a la práctica de la corrupción que el comercio; alma y
vida de todos los pueblos del mundo. Por eso, el pretender imponer “ética” es sencillamente
desconocer su origen mismo caracterizado por la ventaja que una de las partes
debe obtener en toda transacción o negocio.
Si esto no es cierto, pensemos un segundo en lo que Paraguay está perdiendo en su Hidroeléctrica principal a causa de un mal negocio jurídico. Amparados por “politiqueros” de la era dictatorial en la cual se aplicaba a la perfección la corrupción sistémica.
Hoy algunos retoños de esa misma élite nos dicen: “Tenemos un código de ética en el comercio”. Eso es manejado hábilmente por nuestros vecinos a quienes robustecemos a costa de nuestra fragilidad.
Tenemos dos grandes industrias “limpias”, pero la gran corrupción nos impide aprovecharlo, mientras siguen devorándose nuestros recursos naturales, y encima con el mote de “país más corrupto”, pobre culturalmente y subdesarrollado, esclavo de un extensionismo y de la ignorancia estática de nuestros propios dirigentes.