Cosa pública
Me decía un parroquiano del Alto Paraná: “La
gente confunde corrupción sistémica con democracia a dedo y mendicante”.
Según la TGC, la ignorancia sostiene a los poderes en actos corruptos.
Nuestro sistema actual tiene como marco a la Constitución Nacional, muy exigente en
sus normas, con los administradores de la cosa pública, para quienes rige inexorablemente, como principio general
el artículo 106; el mismo concuerda con los convenios internacionales en la
lucha anti-corrupción, aprobados y ratificados por el país.
—Frente a esta situación, la gran mayoría de los funcionarios públicos de cierto poder, esperan se les acepte sus
informes subjetivos y “transparentes”,
como si fuesen verdaderos” —decía el preocupado ciudadano del Este.
Ignorancia deliberada
La falta de claridad,
libertad y virtud de estos informes a medida, que, sin embargo, glorifican
la transparencia, siguen siendo usados en todas las instituciones, olvidando que la ignorancia de la ley no puede ser presumida en el derecho público. Últimamente
la falta total de peritación en estas bases de datos, nos muestran la gran
pérdida que sufre día a día el erario.
—Aquí en la frontera
estamos acostumbrados a callar y aplaudir, para seguir tranquilos, ante la aplanadora
local.
América Latina
está totalmente a la sombra de la
corrupción sistémica, lo cual
afecta hasta a los pobres jacarés,
que hoy están gravemente amenazados.
Lo mismo ocurre con las poblaciones de pueblos originarios y campesinos
marginados de la vida económica.
La respuesta de los encargados
ambientales, es siempre en la misma dirección, evasiva, de alguna solución temporal, traslados o “estudios”.
Sombra en la
transparencia
La falta de pericia
en el manejo, cada día determina una consecuencia social triste, para la gente de bien en el país.
—Estos informes
transparentes dominan la ignorancia
en cada localidad —repetía el alto paranaense.
Hay un ministerio encargado
del medio ambiente, cuya cabeza como mínimo debería renunciar por dignidad y
ética, ante los notorios resultados, que fueron previsibles en el Chaco.
Los hechos, actos y
prácticas de corrupción, en las cuales se pudo haber incurrido, deberán ser
determinados sin espera, si es que queremos dejar de tener altos funcionarios, que esperan desde su casa u oficina, que la
propia ciudadanía sea la responsable
de los controles debidos.
Pero, a la hora de planear
y asesorar, cobrando millonadas en
papeles administrativos, ellos son
los primeros.
Esta es la sombra de un fenómeno
de carácter nacional e internacional, denominado corrupción sistémica.