Actos de poder
Un parroquiano de Caaguazú, me decía ciertamente
consternado: “Para mí el ‘remover’
ciertas cosas, bajo un interés parcial,
puede resultar también un acto, hecho o práctica de corrupción sistémica”.
La Teoría General de
la Corrupción (TGC), explica de
manera acabada lo que son los actos, los
hechos y las prácticas de corrupción. Pero, para que se pueda considerar,
en puridad, como un sistema corrupto, debemos referirnos a las decisiones de poder, resoluciones en
general y omisiones directamente proporcionales al perjuicio económico o moral
ocasionado a las instituciones.
Los ciudadanos en
ejercicio de la libertad de acción y expresión, seguirán buscando una democracia verdadera, consistente en
mayor claridad, libertad y virtud:
exigiendo responsabilidad a la dirigencia.
El plano ético
Pese al remover de los actos, hechos o prácticas, que hagan
la prensa, los políticos u otras fuerzas, la decisión de apartarse, renunciar o
reparar, seguirá estando en el plano
subjetivo de los funcionarios públicos, mientras la doctrina anticorrupción, siga siendo materia pendiente en lo
jurídico y en lo político, por ende, carente
de exigibilidad directa.
“Nuestros vecinos más
grandes del mundo, contagian como el zica: hoy son llamados dos ex presidentes,
por el acuerdo de compra apresurada dentro
y a la vista de la corrupción sistémica”, repetía el demócrata de
tierra adentro.
Estudiar la corrupción
para disminuirla
Al conceptualizar
con claridad a la corrupción, sostenida por el poder y la ignorancia, en cualquier sistema político, usando como
caballito a la ley misma, nos damos cuenta de la obligación que tenemos, como
sociedad, de tratar y considerar a la ciencia, capaz de bajar este flagelo de carácter universal. Así es
como nuestros vecinos, cada día van exigiendo cuentas a sus más encumbrados
ciudadanos, que pudiesen estar comprometidos en actos, hechos o prácticas de la corrupción sistémica en el poder, demostrando así interés en limpiar de lo
peor a su país.
Aquí seguimos en la nebulosa; sin avanzar los juicios de los indiciados, de acuerdo a su posición
y caudal económico, para seguir sosteniendo a la élite.
Este preocupado ca’aguaceño decía: “Cualquier acreedor puede exigir el pago de su mercadería y más en el
caso de los combustibles, que no se dan fiado. Ahora el Estado debe demostrar
al pueblo, los pormenores del acuerdo y los responsables”.
Últimamente, Latinoamérica está eclosionada por la marea
verde amarilla, salpicando a todos los países limítrofes, sin empacho, con este
flagelo tan temido, al servicio de pocos
y en perjuicio de muchos; en especial de los pueblos originarios, los más
necesitados y menesterosos, aquí y allá donde exista vida, muy sufrida en este
invierno otoñal, consumido al remover la
corrupción.