—“Hay 5000 vacancias, en la función pública,
de cara a corrupción sistémica nacional”—me decía un parroquiano del Bañado
Sur, algo preocupado.
Según la
Teoría General de la Corrupción, todo poder tiene en sus manos la posibilidad
real de bajar este flagelo: pero antes
debe disminuir la ignorancia en la ocultación de estructuras.
La gente va
sintiendo en su piel, la importancia de una democracia verdadera; para levantar
la conciencia y buscar el desarrollo, a través del respeto de las leyes y la
Constitución, tanto en su cumplimiento obligatorio como en su correcta
interpretación. Sostenido en un Estado de derecho igualitario, con libertad de
acción y pensamiento, que últimamente, a nuestro país, le va dando su verdadero
contrapeso; para sobrellevar la osada “percepción” y la transparencia fomentada
en todo el mundo.
Así es como
nos damos cuenta, hoy, de la importancia de la prensa en el conocimiento de la
realidad; para poder, converger, en algún momento, en la claridad, la libertad
y la virtud, para el bien común.
Bajo ese criterio,
la acción del Estado ha de ser justa, ecuánime y equitativa, a favor de todos
los ciudadanos, en igualdad plena ante la Ley.
—“Si la Contraloría descubre que hay cinco
mil funcionarios públicos, en contubernio con los proveedores, lo cual fue corroborado
por la prensa, indiscutiblemente, serán cargos vacantes”—reflexionaba el
asunceno.
Si tal
premisa se va a cumplir, hoy, en todas las instituciones públicas, debería
haber vacancias. Una secuela de la corrupción sistémica, que sigue confundiendo
a la gente. La búsqueda real es la promoción, con declaración de nombres y
apellidos, hacia cargos de mejor remuneración. Así es como funciona la
burocracia, en un sistema que pretende ser democrático.
Aquí es donde
juega mucho, la ignorancia en la ocultación del poder, para diferenciar las
acciones, en la misma circunstancia, de países desarrollados y
subdesarrollados. En los primeros, al no cumplirse a cabalidad o cubrir el
cargo, se pierde todo derecho de ascenso. En el “tercer mundo”, la mala
gestión, e incluso, la corrupción, suelen ser premiados con el ascenso.
Pero, de
boca, siempre hay una lucha “transparente” al servicio de los amigos, correligionarios,
parientes y miembros de círculo o logia. Al mejor estilo del pasado no tan
lejano.
—“Si estos 5000 no son quitados de la
función pública, serían simples disfrazados, a la espera del carnaval como
elemento de la ignorancia”—afirmaba el capitalino.
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