Me decía un parroquiano, del
Alto Paraná: —“Aquí lo que más abunda es
la estafa intelectual, con el amparo de la corrupción sistémica”.
Según la TGC, la ignorancia
en la ocultación del poder, puede lograr realización de cualquier actividad,
con el solo afán de recaudar para los amigos.
El reordenamiento de un
sistema autoritario “bananero”; en uno democrático y representativo; con
libertad de acción y de pensamiento, debe ser lo más difícil para un país
subdesarrollado. Ya sea por la gran necesidad económica, generada por sus
monopolios; tanto, por la gran politiquería incubada cada año. Ese es el caldo
de cultivo perfecto, para que los hijos directos del pasado, hoy estén
plenamente acomodados en el poder.
Esta realidad nuestra,
facilita constantemente, la creación de instituciones, para dar alguna cabida a
los resabios de la cátedra y proyectistas del plagio.
Se ha buscado dar
posibilidades de formación a los jóvenes, y de enriquecimiento a los
inescrupulosos, llevando universidades hasta a una cuadra de sus casas;
ofreciendo masterados, doctorados e
ingenierías diversas, como paquete turístico, emitidos, en un país que ni
siquiera ha superado la etapa agraria.
El capital en juego, para
seguir con la lucha anticorrupción “transparente”; tanto que ni se ve en los
hechos, es inconmensurable. Por ello, es importante seguir con los principios
base, para no restarles aún, buena vida a los acomodados de antaño.
La ignorancia, como
ocultación y desconocimiento deliberado, tiene sus consecuencias políticas
directas: contra los verdaderos necesitados del país. Los cuales siguen
desamparados, pese a contar con una Constitución que establece, la vigencia de
un Estado social de derecho.
Campesinos, indígenas y
jóvenes, explotados y en proliferación de la delincuencia y la prostitución;
por tratar de vivir igual que esos acomodados que dicen llamarse políticos.
Una democracia sin respetar
la claridad, la libertad y la virtud es sinónimo de dictadura económica. Donde
el 2 % viven en la opulencia, y el 98 % restante sobrevive, al mejor estilo del
ñembotavy.
La corrupción no distingue
en absoluto, preparación, capacidad u honestidad, solo prepara un sistema
recaudador, donde nadie pregunta.
Ante tal situación, la
ciencia puede ofrecer respuestas para lograr corregir ciertas falencias, en la administración
pública. Empezando por la aplicación jurídica de la responsabilidad, para
quienes tienen, el alto honor de proteger los bienes de la República.
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