Me decía un parroquiano del Alto
Paraná: “—Esta audiencia pública, nos
permite testificar que la corrupción sistémica es poder.”
Según la TGC, todo poder es naturalmente
corrupto y utiliza la ignorancia en la ocultación.
Ante el atropello de las
instituciones, por parte de familias enteras, distribuidas en los cargos
públicos, en los tres poderes del Estado, la administración de Justicia se ve
cada día más golpeada. Ya que no tiene renovación ni capacidad, de los
funcionarios atascados en los cuadros inferiores y medios.
Así es como la corrupción
sistémica termina imponiendo sus candidatos, para tal o cual puesto. Ante la
situación crítica y penosa de los postulantes, ni siquiera se respeta el propio
principio constitucional de legitimidad; aplicando un positivismo jurídico
mendicante ante la sociedad.
La vida actual es global y
cruel; pero el derecho debe ser respetado y no burlado, armando argumentos
novelescos para la TV.
Para tratar de vivir una
verdadera democracia en el país, se debe asumir la realidad social, conforme a
los procedimientos establecidos por la Carta Magna. No inventar “tribunales” o
tribunas calientes, para elegir a las autoridades.
—“La costumbre entre nuestros compueblanos, es que si se manda debe
tener lo que fuere sin pagar. Para eso es el poder, de lo contrario no vale, ni
el que manda ni el objetivo político”—me repetía el alto paranaense.
Este sistema y su práctica, con
todos sus defectos y desprolijidades; por falta de civismo, nos ha enseñado
mucho: ha hecho efectivo el turismo entre campesinos, todos los años hasta la
capital. Ejercitando a los jóvenes, para que alguna vez puedan vivir una
verdadera democracia: con claridad, libertad y virtud, al servicio del bien
común, respetando la propia Constitución.
Solo así se podrá superar la ignorancia
entre los parientes cercanos, compadres, amigos y correligionarios de turno,
que siguen pensando que el Estado es su “bolicho”, encadenando a la democracia
a la corrupción sistémica.
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