Equilibrio
Un parroquiano de Caaguazú
me explica: “La balanza de los poderes,
trabaja a favor de la corrupción
sistémica”.
Según la TGC, si
la ignorancia es el divisor de los
poderes, toda injusticia es su
resultante social.
La democracia de
verdad, reserva la acción en manos del pueblo, a la espera de su participación, pedida a gritos hoy, por
los propios representantes electos en el
poder.
Politiquería
Como ciertos políticos
devenidos en dirigentes, se consideran dueños
de los cargos, y no servidores de la gente, ocupantes circunstanciales de la balanza de ingresos públicos, el único camino parece ser el de la reacción ciudadana.
El desbarajuste
social, que tiene como causas a los actos,
hechos y prácticas de la corrupción sistémica, nos demuestra el aumento constante de las penitenciarias,
la vagancia y los mendigos, pero en un estado de inseguridad permanente.
Mientras los pueblos originarios son
burlados al quitarles lugares ancestrales, para venderlos a simples particulares y especuladores.
Ni hablemos de la economía
callejera y propagandística. “Total el pueblo
casi nunca tiene interés en nada,
salvo para ir a misa y enmendar sus errores”, decía el hombre
de tierra adentro.
Causa histórica
Mientras, seguimos a la deriva en el mar de la ignorancia, los funcionarios, menores y mayores, convierten
a la Constitución en mero instrumento de su provecho económico.
Los representantes, siguen guardando en sus escritorios, la verdadera forma de iniciar una política anticorrupción real, con claridad, libertad y virtud, a través de la superación de la
ignorancia, primero, respetando el bien común.
Solo saliendo de ese letargo,
se logrará superar el copiatini de
los politiqueros, a espaldas de los más necesitados, que usan la ideología
parcial, bajo el brazo, para seguir aprovechándose
de la buena fe de los jóvenes, con promesas y mentiras, en una balanza que
sigue teniendo como eje a la corrupción.
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