¿Se puede ser político y servidor anticorrupción al mismo tiempo?
Esa es la pregunta, esa es la cuestión.
En las recientes reuniones, ha surgido esta pregunta, tanto en el interior de la asamblea como en el propio seno de la sociedad donde diaria y cotidianamente nos desempeñamos como ciudadanos.
La respuesta es SÍ, SE PUEDE.
Ahora, el cómo realizar tal dualidad, sin anular por propio peso lo uno sobre lo otro es la disyuntiva.
Y la respuesta sigue siendo SÍ, SE PUEDE.
Se puede al convertir a la finalidad "anti-corrupción", es decir, a la tarea de disminuir la corrupción, de contrarrestarla, en una doctrina política, en un ideario, en el fin principal de la acción política. No existe, desde mi experiencia personal y conocimiento, otra forma de salir airoso en las dos misiones.
No se puede en el mundo de hoy ser independiente y autónomo sin ser un ciudadano preocupado por la política, que es la acción para llegar al poder y administrarlo, para un fin: la curación social.Y resulta que la curación social pasa por la disminución de dos vectores: la ignorancia y la corrupción. Así, la acción política, que es la acción del poder se justifica, se hace virtud, ciencia y verdad. Se recompone para el fin último para el que fue creado y necesario en la humanidad y la civilización.