El centro dogmático político, las visiones de la izquierda y de la derecha sobre la corrupción: La esencia
Familias de pescadores de la Ciudad de Hernandarias, Alto Paraná. Durante un encuentro sobre su problemática en la zona.
-"La corrupción es la injusticia de la derecha"-Diría un radical de izquierda.
-"La corrupción es a causa de la inmoralidad y la decadencia de las personas"-proclamaría la derecha.
Para los primeros, la corrupción constituye una cuestión de sistema injusto; para la derecha la inmoralidad y la falta de decencia de los que gobiernan.
¿Y el pueblo?
¿Y las familias?
¿Alguna vez se le ha preguntado, sin inducir a la respuesta, a un trabajador, a un ciudadano común lo que es para él la corrupción?
¿Finalmente, si la izquierda tiene sus "barómetros" de lo que es corrupción, y la derecha sus "encuestas de percepción"?
Amigas y amigos, atención, la corrupción no constituye un fenómeno de índole cuyuntural ni subjetivo, sujeto a opinión.
Es un fenómeno plenamente objetivo, jurídicamente hablando, pero si pretendemos hecharle el manto de "lo político", volveremos al velo y a la ceguera, a lo idílico, a lo vulgar e ignorantemente "idealista". La competencia entre los buenos y los malos.
Lo que se le ha escapado a la historia política, es preocuparse de un problema central, y no de problemas de enriquecimiento o bienestar para uno u otro sector.
Al ser la corrupción un problema objetivo, fue sacado de los discursos, que según la corriente "autoritaria" que fuera(las considero autoritarias a todo tipo de política que no busca la conciencia de la gente a la que involucra, sino su simple "adhesión"), entraban y salían de la agenda, como un tema comodín, como un lugar común. Este siglo, de la información y de la revolución por minutos, ya no nos permite improvisaciones en la materia.
La demostración: La crisis de gobierno en Brasil.
Lo de Brasil, donde la presidenta Dilma debe operar en un gobierno de coalición que va por su tercer período, podría hasta considerarse anecdótico, puesto que la mandataria busca el apoyo de los sectores conservadores que hasta hace poco parecían muy adeptos a los progresos económicos del país, y que hoy desearían un nuevo estilo de gobernabilidad, un nuevo pacto. Las riquezas son inconmensurables, y los botines apreciables como para dejar en out sider hasta a los cercanos.
Entonces, es claro y evidente, que los cambios de ministros no pueden alterar automáticamente los sistemas de "recaudación" que se han creado en más de 10 años de gobierno de coalisión. Y que incluso, pudieron haber estado desde antes del avance socialista en Brasil con Lula.
¿Es un problema de sistemas? Sí. Pero un problema de sistemas de poder.
¿Es un problema de personas? Sí. Es un problema de personas, de falta de ética.
¿Entonces, cuál es la cuestión?
La corrupción es un sistema autónomo, que una vez formado no depende ni de los sistemas operativizados ni de las personas operativizadas, o que participen.
Por eso los dos elementos universales, la ignorancia y la corrupción, que vengo estudiando desde hace 35 años, marcan el derrotero de los gobiernos que pretenden llevarlo todo al plano de la opinión y de lo subjetivo. No es que no sea sano para la buena imagen política, pero la justicia que se pide hoy exige participación, y no meras medidas de recorte. Eso es lo indudable.
Si el poder es permanente, lo que se debe buscar es ampliarlo, en una mejor democracia.
Si los elementos son constantes, invariables, los valores pueden alterarse, pero si no se aspira a ellos, seguirán siendo medidas administrativas corrientes, y no cambios profundos en la política, y mucho menos mejoría o avance en democracia.
Debemos decidir si queremos seguir jugando a los demócratas, o iniciar el camino de la objetividad para perfeccionarla.
Decisión es democracia, es libertad.
Para pensar. Es la base del progreso o del arrastre.