Me decía un parroquiano del
Bañado Sur, allá, cerca de Cateura,
donde la ciudad respira de humillante corrupción sistémica, con los
desperdicios: “Si los exámenes de los
futuros supervisores eran excelentes, no estaríamos en Paraguay”
Según la TGC la ignorancia,
elemento número uno de la corrupción, disminuye cuando se conoce con claridad.
Hemos tenido muchos avances en
nuestro sistema de poder últimamente, a través de la verdad impulsada por la
prensa y el interés del pueblo: De vivir una verdadera democracia, en libertad
y justicia, buscando bajar la ignorancia en la realidad, tan manoseada al
servicio de la politiquería gansteril de épocas pasadas; en el accionar social.
Así, me repetía este
parroquiano: “Si los exámenes justifican
la excelencia en los servicios, prestados al Estado, algunos ex alumnos “excelentes”
han resultado negativos para el país, ya sea por su egoísmo o por la escasa
participación de la gente. Aun teniendo conocimiento del camino no habrá
entendimiento, si el sistema no trata de bajar la corrupción”
Los exámenes deben constituirse
en pasos de comprensión de la
realidad, del día a día, en la estructura de nuestra sociedad.
Ahora se debe comenzar a enseñar
y no solamente exigir resultados extraordinarios, por estar en el poder de
turno.
La corrupción es nuestro mal y
debemos conocerla para tratar de superar, aplicando procedimientos de claridad,
libertad y virtud, para luego superar de a poco la ignorancia y la corrupción
sistémica en el país. No simplemente cacarear exámenes, que solo fomentan el
interés personal y nunca el bien común.
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