Un parroquiano del Bañado Sur me comenta: —“Si cada vez que se descubre a la
corrupción sistémica, renuncia un ministro, el país se quedaría sin ellos”.
Según la TGC, la ignorancia siempre está al servicio de los
poderes, por esa razón, los mismos deben sanearla.
La salud pública se ha deteriorado, de manera notable, en
las instituciones; ya que muchos, la están utilizando para solucionar problemas
personales, olvidando su responsabilidad como funcionarios.
—“¡Los abusos
cometidos a través de los cargos, dan calambre!”—Repetía el ciudadano
bañadense—“Y más ahora, que nos golpea
nuevamente el agua…sin posibilidad de solución”.
—“Hemos seguido a las
promesas, en las últimas elecciones, para ver si había alguna mejoría. Pero,
cuando se plantea alguna solución verdadera, para tal o cual caso, referente a
los actos, hechos y prácticas de corrupción: nadie es capaz de tomar la
decisión”.
Esta endeble democracia, al servicio de los poderosos, solo
gasta en fachada; para mantener callada a la población. Persiguiendo
contrabando de hormigas, pero rebanando los presupuestos públicos; con “aguas
de oro” y “no necesitamos libros”.
Lo mínimo en verdad, si conservan algo de ética, es la
renuncia de los ministros afectados por tales prácticas.
Con acuerdos interpoderes,
no se puede pretender, disminuir el abuso en los cargos de decisión; cuando no
se controlan, eficazmente las interpretaciones de las leyes, que constituye la
más grande de las corrupciones sistémicas.
Latinoamérica es testigo de este flagelo, que aprovecha la
necesidad de la gente, buscando confundir el derecho con la prevención.
La claridad, la libertad y la virtud, nos posibilitan
conocer la verdad y ser responsables ante la opinión pública: Que debemos bajar
la corrupción, los dobles discursos y las campañas políticas permanentes en el
país. Porque utilizan a la gente como cobayas en sus experimentos, de política
económica foránea. Cuyos intereses nos están dejando sin reservas, bajo el
manto del supuesto progreso, a favor de la prevención.