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La corrupción y "lo nuevo"

Un parroquiano del Bañado Sur, me decía: —“Aquí en Paraguay lo nuevo asusta y mientras la corrupción sistémica hace “su agosto”. Según la Teoría General de la Corrupción o TGC , la ignorancia en la ocultación de todo poder, utiliza su influencia en la interpretación y aplicación final de la ley. Para nosotros los latinos, la democracia es libertad absoluta, sin control y sostenida económicamente por el Estado, como sea.

La corrupción y los plazos

Me preguntaba, de modo reiterativo, un alberdeño: “¿Los plazos, son respetados en las funciones públicas?”. Según la TGC, la ignorancia y el poder hacen a la corrupción sistémica. La democracia otorga la oportunidad de peticionar; pero no puede solucionar los problemas de interpretación, en el cumplimiento de los plazos, y mucho menos distinguir entre derecho civil y derecho administrativo, para juzgar correctamente el proceder dentro de la función pública.

La corrupción y los privilegios

Un alberdeño muy ofuscado aseveraba: “La mala aplicación de una ley, es abuso de derecho, que es igual a corrupción”. Según la TGC, el poder está obligado a disminuir la ignorancia en la ocultación, que se manifiesta precisamente en la interpretación legal. La cuestión de un supuesto “privilegio”, con respecto a trabajadores del sector público o relativo al servicio estatal, debe ser tomado con pinzas, ya que en el derecho laboral, tales mejorías, acordadas entre el poder y el trabajador, son un medio de equiparar fuerzas claramente desiguales: correspondiendo la parte más débil siempre al funcionario.

La corrupción y el zorro

Me decía un parroquiano del Bañado Sur: “¿Qué el zorro no puede cuidar el gallinero? Sin embargo, la corrupción sistémica siempre es ley.” Según la TGC, todo poder del Estado, puede exigir cumplimiento a sus seguidores, votantes y funcionarios. Pero, si no baja en sus círculos, la ignorancia en la ocultación, traducida en privilegios y beneficios inherentes a la gran corrupción, que es objetiva, más que de los sujetos, cundirá la desconfianza ciudadana en el gobierno; tanto respecto a su cualidad democrática, así como a  su legitimidad de acción.

La corrupción y los planeamientos

Mucho se habla de corrupción en los últimos días, casi como la noticia predilecta y la proyección perfecta para tapar negligencias importantes en lo gubernamental. “Hoy simplemente, se ha conformado un triángulo perfecto, con vértices de corrupción, poder e ignorancia; unidos como siameses” , me decía un parroquiano del Bañado Sur, ante este temporal del niño muy tempestuoso. Según la TGC , ni el poder puede sanear, sin la ayuda prestada por la superación de la ignorancia.

La corrupción y los kamikazes

Me decía un parroquiano de Alberdi: “El país está manejado por kamikazes a favor de la corrupción sistémica, ofreciendo y jugando al mejor postor con los bienes de la República”. Según la TGC, la ignorancia en la ocultación de todo poder se sirve de la falsa percepción del ciudadano. Nuestra democracia medio renga y frágil, camina al margen de un Estado de derecho, movido por la ciudadanía, alguna más precavida que otra para utilizar el espacio político, diciendo la verdad sobre los hechos, actos y prácticas de la corrupción en el país.

La corrupción y la parodia

          “Esta democracia, con libertad de acción y pensamiento, nos muestra diariamente una parodia, en vivo y en directo, de la corrupción sistémica”, me decía un altoparanaense utilizando un eufemismo.       Según la TGC, todo poder que cae en ignorancia utiliza estructuralmente a la ley y las atribuciones que ésta le otorga, aumentando privilegios de cercanos y favoreciendo a círculos económicos internacionales a los cuales se adhiere. A eso se llama instrumentar la ley.