Una parroquiana de Capiatá me dice: “Si tenemos voluntad no importa la edad para aprender en la vida y superar los obstáculos”.
Hablar de voluntad, sería, para el ser humano,
como empezar a gatear, para luego aprender y llegar a caminar. Nadie que ha
empezado a vivir su vida y, tal vez, la buena, en una sociedad sin claridad,
donde fácilmente se cae en la ignorancia, renunciaría de corregir sus errores y
abrir las ventanas hacia el infinito, con luz capaz de buscar la verdad.
“Pero estamos viviendo en un Estado social de
derecho, ¿o no?” –inquirió.
No estamos discutiendo sobre nuestro sistema de
gobierno, sino sobre un interés personal que tenemos, al cuidado nuestro, capaz
de hacernos superar la inacción social que repercute, justamente, cada cinco
años; si dejamos endulzarnos con los colores de amigos y parientes; muy
sirvientes en la época de las campañas políticas.
“Eso es cierto, hoy todos te saludan con
abrazos y besos; pero cuando uno les necesita después, ni siquiera te conocen” –afirmó.
Ese obstáculo natural, hasta diría, subliminal,
encadena a la voluntad, sin poder hacer lo correcto y mucho menos, lo justo, en
la virtud. La costumbre domina tanto a cualquier
ser domesticado, animales o hombres, si no logran desarrollar su razón de vivir
en este llamado mundo “de los vivos”.
“Por eso digo que la única forma
de superar la politiquería es la disciplina” –sentenció.
Es muy cierto, al tener
conocimiento de un mal, se puede curar con tratamientos disciplinados y, con
mayor razón, la ignorancia social, que es elemento de la corrupción sistémica. La
esclavitud que genera la falta de conciencia, mueve a la ignorancia, sin
posibilidad de pararla, cual viento sin rumbo buscando hallar cuál sería la
razón de la voluntad. Tan fácil de vivir tal vez, cuando se aprende a razón con
libertad y tratar de vencer la violencia y las pretensiones desmedidas en lo
social.
“¿En todo caso tenemos que empezar
a reconstruir?” –preguntó.
Efectivamente una nación pueblo,
Estado, solo mejora cuando las voluntades se unen hacia el bien común, sin
violencia, superando los actos, hechos y prácticas corruptas. Así debe ser en
toda Latinoamérica, paraíso natural usurpado por la política economicista,
defendida de boca, pero con el populismo de quienes han recibido del pueblo,
como soberano, el voto.
Estos gobiernos caen en abuso de
poder, pasando a ser gobierno de facto; pero sostenido en nuestro continente,
principalmente por la ignorancia, embelesando a cualquier corriente política;
sea de izquierda o derecha, todos están consumidos en la estructura, amparado
tal vez, por la falsa idea que se debe seguir, explotando a la gente. Ocurre
hasta en las organizaciones sociales, donde con tanta fe depositamos confianza
en sus representantes y que hoy estamos sufriendo la consecuencia del ventarrón
de la corrupción.
Es hora de poner más voluntad y
disciplina para ir bajando los niveles de corrupción e ignorancia en los social
y político.
Francisco Blanco León
Director IBL
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