“Esta democracia, con
libertad de acción y pensamiento, nos muestra diariamente una parodia, en vivo
y en directo, de la corrupción sistémica”, me decía un altoparanaense utilizando un eufemismo.
Según la TGC, todo poder que cae en ignorancia utiliza
estructuralmente a la ley y las atribuciones que ésta le otorga, aumentando
privilegios de cercanos y favoreciendo a círculos económicos internacionales a
los cuales se adhiere. A eso se llama instrumentar la ley.
Nos cuesta entender que hay dos tipos de corrupción a nivel
mundial y que la sola enunciación de leyes, resulta una parodia que sobrepasa a
la realidad del sistema democrático. Así es como se cae en lo inconstitucional,
al no respetar los principios fundamentales que rigen la sociedad.
Así es como las entidades financieras mundiales siguen dando
buena “colocación” a nuestros documentos de crédito, total pasan los años y ya
nadie se acuerda de quién nos sobre-endeudó. Total, el garante es el Estado y
el responsable, quién sabe.
Falta civismo, con claridad, libertad y virtud, para poder
advertir y defender la calidad de vida futura en el país; que notoriamente, no
será mejor para la mayoría, que será presa del default. Escena típica del
populismo tercermundista, fácil y mentiroso. Engañoso y gansteril.
Las dificultades del país añadidas a la delincuencia, para
encontrar fomento y sostén en la palestra política.
La producción parlamentaria no se demuestra con cantidad de
proyectos, horas en televisión o fila de operadores que deambulen por sus
oficinas. Se demuestra con la acción concreta para mejorar las leyes existentes
y exigir su interpretación correcta.
Para ello, se necesita comenzar a valorar la investigación
en la materia jurídica, solo así la ciencia podrá dar luz a la política y con
mayor razón a la zona anticorrupción, que tanto requiere de un cambio radical
de posturas.
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