“La razón del respeto en
política es tratar de cumplir con lo prometido, ante los componentes de una
sociedad, que elige por medio del voto”—me decía por teléfono un parroquiano del Alto Paraná.
Según
la TGC, la ignorancia en la ocultación del poder, puede generar con la
percepción, una gran injusticia.
Lo
prometido a la gente, sobre tal o cual práctica, hecho o acto, debe ser honrado.
Sin embargo, rara vez un político puede cumplir en nuestro país, tan carente de
principios y civilidad, descuidados en la educación pública y social. Es el
desconocimiento sobre la propia democracia, con libertad de acción y
pensamiento.
La
corrupción sistémica siempre utiliza a la promesa populista en boca de los
llamados politiqueros, cuyas disculpas están siempre a la orden del día, cuando
se exige el cumplimiento en sus funciones.
La
democracia parcial, como es la que se vive en países subdesarrollados como el
nuestro, lleva a hacer creer que los votos son resultados efectivos.
Hay
tanta necesidad y falta de formación cívica, lo cual hace pasto frágil a favor
de los aprovechadores de la politiquería, que maximizan las promesas
irrealizables. Alzando la deuda pública a las espaldas del pueblo, para simular
supuestos progresos, en connivencia con elementos internacionales, se crea un
sistema perfecto de injusticia y retraso económico.
La
claridad, la libertad y la virtud, pueden dar la solución, pero necesitan ser
expandidas y enseñadas con la gente.
No
hay otra forma de bajar el flagelo de la gran corrupción, sino conociendo el
camino correcto y respetando los principios constitucionales, acorde a las
normas internacionales, respecto a la lucha anticorrupción. Pudiendo nuestro
país, dar un gran aporte con el estudio específico, en la Teoría General de la
corrupción, luchando así también contra la ignorancia.
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