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Francia y el curacionismo

“Como a pesar de que los paraguayos no constituyen un pueblo literario, muchos de ellos saben deletrear y leer, y no carecen de cierto sentido capaz de discernir lo que es verdadero y lo que es falso, no hay que perder todavía la esperanza de que, de aquellas regiones, pueda venirnos una verdadera Vida de Francia”.

Oración fúnebre escrita por Thomas Carlyle desde Londres destacando “como uno de los más notables fenómenos sudamericanos” el gobierno del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, en ocasión de su fallecimiento.

Nos hemos cuestionado, repetidamente, acerca del significado de este “nuevo” término introducido al lenguaje de las ciencias sociales y políticas: ¿Es acaso el curacionismo la tendencia formativa de una concepción reparadora o sanadora de la sociedad como conjunto, como ente social?
O es, tal vez, la “cura” y mejoramiento integral del ser humano, de uno o de varios en particular, a través de la interacción grupal o social.
Ya sentadas las bases profundas del republicanismo, del hombre como ser libre, de la autonomía de la voluntad. Convirtióse el Paraguay en uno de los primeros pueblos en intentar vivir bajo los principios del “contrato social” de Rousseau.
La búsqueda de la curación social, como un proceso permanente, en toda sociedad humana, nos debe retraer al análisis necesariamente de nuestro país, el Paraguay.

El curacionismo y la revolución de los Comuneros

La primera manifestación curacionista que podemos evocar se halla en el temprano movimiento revolucionario comunero del siglo XVII, llevado a cabo por los indios guaraníes en contra de los abusos ocurridos en las reducciones, y el posterior del siglo XVIII realizado por los pequeños propietarios rurales y el sector más pobre de los comerciantes y agricultores de la entonces Provincia del Paraguay, en contra de las arbitrariedades de las autoridades españolas y bajo el lema “el poder del Común es superior al del mismo Rey”.

En la autorizada “Enciclopedia del Paraguay”, p. 162 (tomo 1, edit. Océano, Barcelona, 2000), se señala conforme a lo precedentemente escrito que “el levantamiento comunero paraguayo fue, sin lugar a dudas, un hecho auspicioso, de profundo significado para el desarrollo del proyecto del Paraguay como nación”; tras lo cual concluye afirmando que “desde el punto de vista de la ideología, los levantamientos paraguayos tuvieron líderes e inspiradores locales que portaban los mismos idearios revolucionarios que los pensadores europeos”.
Esta revolución o movimiento revolucionario coincide con un ideal que surge ya en los primeros habitantes nativos del Paraguay: el yvy marane’ (“tierra sin mal”). Esto se manifestaba tanto en la forma de gobierno democrático de las tavas como en su rutina de vida, donde se observaba la curación de las enfermedades físicas y espirituales a través del estudio de la naturaleza, de una botánica secular, de las plantas y hierbas medicinales originarias.
Todo ese conocimiento legado a través de la costumbre y principalmente de la lengua guaraní, nos permite afirmar que en nuestra esencia sincrética como nación, como paraguayas y paraguayos, buscamos siempre la justicia, la paz y la naturaleza libre, como fuentes de sabiduría ancestral. He aquí la razón del ánimo inconforme del alma de nuestros ciudadanos. Siempre habrá un día mejor, una aspiración superior y fecunda.

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