Un parroquiano del Bañado Sur, me decía: —“Aquí en Paraguay lo nuevo asusta y
mientras la corrupción sistémica hace “su agosto”.
Según la Teoría
General de la Corrupción o TGC,
la ignorancia en la ocultación de todo poder, utiliza su influencia en la
interpretación y aplicación final de la ley.
Para nosotros los latinos, la democracia es libertad
absoluta, sin control y sostenida económicamente por el Estado, como sea.
Se origina esta idea, tal vez, en el desconocimiento, sobre el
verdadero costo personal y colectivo de mantener una democracia, con mayor
razón, cuando se pretenda libertad de acción y pensamiento. En cuanto a la
primera suele ser un proceso usurpado por la ideología parcial, desplegada para el beneficio de un par de
familias y sus negocios; usando de carne
de cañón a quien tenga ciertas intenciones políticas, de hacer algo “nuevo”:
pero a la manera de la “vieja usanza”; tampoco puede pedirse ‘peras al olmo’.
Lo nuevo también puede ser aprovechado, como decía el
bañadense, para asegurar aún más la corrupción sistémica en una estructura de
poder, por medio de la ignorancia. De modo que, pasado un tiempo los mismos ‘creyentes’
y apostadores, con voto y fondos, comprobarán la dificultad de bajar este flagelo,
por su carácter universal.
—“Aquí lo ‘nuevo’
podría ser comenzar a conocer nosotros, con nombres y apellidos, a los grandes
artífices de la corrupción sistémica, sin que la ley haya recuperado un solo
guaraní de lo malversado en décadas, por la función pública, en nombre de lo
social”—decía este demócrata.
Esta verdad absoluta, en nombre de lo nuevo, va aumentado
sin límites las cárceles, fruto de la necesidad y el aumento del endeudamiento
estatal desmedido en nombre de un supuesto progreso aerostático.
La claridad, la libertad y la virtud, son nuevas en la ‘doctrina paraguaya y latinoamericana’,
pero necesita ser desarrollada para bajar la ignorancia y la corrupción en el
poder, para buscar el único objetivo de todo ser y de la humanidad toda: el
bien común. Es lo nuevo.
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