Una parroquiana de Pilar me dice: “La pandemia desciende y los aumentos sin control”
Según la TGC, la corrupción sistémica usa la ignorancia social.
El juego económico maneja a la perfección la ignorancia social. Diría la razón de ser en toda civilización, donde el campo del deseo, manejado hábilmente a través de la propaganda, hace incluso variar hasta a la propia hacienda pública, en un Estado.
“Se encarecieron todos los productos de primera necesidad, sin respetar la dificultad”, dijo.
Nosotros no tenemos ese interés, la gran mayoría, de controlar nuestros gastos. Será, tal vez, que nunca hemos tenido en abundancia; hemos vivido en gran parte, la economía de necesidad. A la que hoy se suma la inestabilidad jurídica social: la proliferación de niños y adolescentes buscando imitar a sus mayores en la vida fácil.
Ya que no existe ninguna claridad a favor de los jóvenes y la educación, cada día es más bien una decepción para niños y mayores, al no tener los medios. Pero hay un número de hijos de funcionarios que llenan fácilmente cualquier demostración.
Y, como en la democracia simulativa, los aumentos son signo de buenos augurios, total la deuda a nombre del Estado, lo pagamos todos, en silencio y orden.
“Día a día, volvemos a lo de antes, con “mi general, comadres, sobrinos y correlí…”, puntualizó.
Para cambiar el gatopardismo en latinoamérica, se necesita mucho.
La población, sin mayores lecturas, solo son leña para la corrupción sistémica, usando a los partidos.
Los resultados solo tenemos a la vuelta de las elecciones, ya que la población sufre las consecuencias de sus votos, única forma de mejorar en la democracia social de derecho en nuestro país.
“Por eso, digo que es hora de saber votar, para salir de este lodo corrupto”
Me gusta su optimismo, señora; pero aquí sigue el miedo a la verdad de los conocimientos y más, carecemos tal vez de quienes puedan promover este saneamiento estructural, cuyo costo se triplica cuando estamos fuera de la corrupción sistémica.
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