Una
parroquiana de Asunción me dice: “Estamos todos en la olla a presión, esperando,
sin saber lo que se viene”.
Según la TGC,
el poder es el encargado de otorgar certezas en la administración de un Estado,
tanto aquí como allá.
Ahora, en la
democracia de verdad, participamos todos y más, en esta situación social inesperada,
que vino a cambiar toda la convivencia social.
“Sea grande o
pequeña –me repetía esta ciudadana. La comida no espera a nadie y menos los discursos.
Si la olla está vacía terminó la política”.
Esta exigencia
en la vida de las naciones, a nosotros nos está demostrando, cuan alejada de la
claridad se manejan las cosas públicas. Y la ciudadanía tampoco está mínimamente
preparada para tratar de salir adelante.
“La influencia
de una ficción de buen vivir, rompe justamente la manera de buscar sortear esta
“pandemia”, muy seria tal vez…”–repetía esta dignísima señora. –No sé hasta cuándo
podremos resistir. Y sin contrabando casi me parece imposible”.
Si la gente
del campo mira a su alrededor y trata de conocer, te aseguro, seremos los más
beneficiados, como país, de esta “transformación” de la estructura de la sociedad,
donde cada quien deberá tratar de cuidarse unos a otros.
“Tal vez, pero
hoy no estamos para filosofar: ya hay hambre, y más en el interior” –insistía
la dama.
Claro, la costumbre
hace “ley” y muchos piensan que el Estado debería solucionar inmediatamente.
Estas son las
pruebas para cualquier mandatario de que, si la población, principalmente en la
democracia, no quiere comprender y solo piensa en su bienestar personal,
tratando de sacar provecho de las necesidades de todos, están cortando los principios
de un “Estado de derecho”. Tan importante para cualquier ciudadano del mundo.
Hoy somos
pocos aún; y muy dotados por la naturaleza. Empecemos a conocernos y ubicarnos
cabalmente, según la economía y la geopolítica, en este concierto disonante de
naciones latinoamericanas. Pasaremos un tiempo, ni bien, ni mal; pero
lograremos rever la adversidad y empezar a remover la tierra y buscar su fruto.
Respetando bosques, ríos, lagos y arroyos; volver a llenar con alimentos sus
cauces. Dejar de contaminarlos como se ha hecho hasta hoy; simulando la
vigencia de unas cuantas leyes ambientales estériles.
Todos estamos
en la olla a presión, si no superamos la ignorancia.
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