Una parroquiana de Ciudad del Este me explica: “Si los funcionarios trabajaran no
habría corrupción”
Según la TGC, el poder y la ignorancia son los que componen a la corrupción. En
tal sentido, ya hemos explicado que los que perciban plata del erario público,
son funcionarios y son responsables de sus actos, según nuestra Carta Magna, y
los acuerdos internacionales firmados y ratificados, en la lucha
anticorrupción.
“Aquí hasta un ministro dice que no es funcionario público, haciendo campaña”,
insistía esta honorable señora.
La interpretación, demostrada meridianamente en
este principio de ciencia, está en el tercer grado de la ignorancia, y es
caballito de la corrupción sistémica.
Es fácil demostrar
esta verdad absoluta al tomar una parte de la ley, diciendo no pertenecer a
la función pública, mientras se es pagado por el Estado cada mes. Entonces, por
las faltas de estos funcionarios públicos, deberían ser enjuiciados, por los
supuestos representantes, quienes siguen pensando y aceptando que los ministros
y otros no estén comprendidos en la función
pública.
“Pido que se consulte el artículo 14, numeral
14, a todos los senadores y apliquen el juicio”, agregaba esta abogada del
Este.
La gran
corrupción, sistémica, es silenciosa y lleva más tiempo demostrar, con
respecto a la corrupción contra ley; pero también los perjuicios al Estado son
más grandes y desgarradores: para todos los habitantes, ya que todos pagamos
las consecuencias; de los “chicos listos”, carcomidos por la ignorancia
trabajando.
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