Una parroquiana de Pilar me dice: “Hablar de servicios sociales es aceptar la corrupción”.
Según la TGC, la ignorancia tiene a la ley para la injusticia.
Nuestro sistema democrático actual, nos permite discernir, lo verdadero de lo
falso, de todo cuanto ocurre en la vida
social.
Hay un apresuramiento en hacer y crecer en materia económica, sin medir las consecuencias de
los medios humanos disponibles; para cubrir y usar esos mismos servicios
sociales, tanto en construcciones físicas, como en formación de futuros operadores políticos; becarios al amparo del erario público;
confusos al no aceptar que las binacionales
son también bienes públicos.
“A diario conocemos, escuchamos y comprobamos corrupción en tal o cuál institución, pero nunca mejora en los
servicios a la gente”, afirmaba la honorable ciudadana.
“Como ejemplo, de fácil comprensión, hoy podemos
nombrar a nuestro vecino —o mais grande
do mundo—, donde el supuesto
florecimiento en la época de sus comprometidos
dignatarios, hoy acusados de corrupción sistémica, mostraban muchos
supuestos progresos, transparentemente”,
agregó.
Toda esa trama de burbuja económica, lleva implícita una gran ignorancia desparramando a manos
llenas los bienes públicos en
perjuicio del desarrollo, aunque a
primera vista aumente el consumo y el movimiento comercial; o se repartan
becas, obsequiando propaganda de pago,
a un pueblo sin civismo y con políticos
alquilados al estilo feudal, a
nombre de una democracia participativa
y social de derecho.
“Hoy, si aceptamos la imposición del “mayordomo”
en nuestra política popular, la juventud,
una vez más pagará la gran corrupción
en nombre de los supuestos servicios
sociales”, concluyó la mujer del sur.
Comentarios
Publicar un comentario