Una
parroquiana de Pilar me preguntaba: “¿Será la negligencia en la función el eje
de la corrupción pública?”.
Según
la TGC, la ignorancia en movimiento utiliza la negligencia dentro de la función sistémica. Ya se conoce en los
países adelantados la doctrina de la “ignorancia deliberada”, comúnmente
planteada por los funcionarios públicos, para tratar de eludir su
responsabilidad, al ser acusados, sea por la prensa o por la misma justicia.
“Utilizar para su propio beneficio o de un tercero, un
cargo o posición en el poder, constituye negligencia deliberada, que termina
siendo pagada por todos”, aseveró la preocupada señora.
Al
no comprender el juego de la ignorancia de la ley, los grandes de la corrupción
sistémica, fácilmente acusan actos, hechos y prácticas, como si se trataran de
una conspiración o castigo, contra el gobierno y en perjuicio de la democracia.
Pero siempre, al final, ganan el derecho y la razón.
“O mais grande do mundo”, aquí en
Latinoamérica, con su gente y su pueblo, está demostrando no aceptar más la
farsa carnavalesca, prepago con la plata de los pobres.
“Como
la corrupción sistémica es inseparable de toda política de Estado, los
habitantes de este gran país, prefieren la renuncia
y el esclarecimiento de la situación, ante las naciones del mundo”, repetía
la pilarense.
Esta
verdad de la negligencia en las funciones
públicas está llevando al país como un barquito a la deriva, sin atender
las cosas públicas correctamente nunca.
“Todas
las instituciones siguen al servicio
de una campaña proselitista anticipada”,
protestaba esta ciudadana. “No importa que sea un Hospital del IPS, que se funda y funde con plata de
los trabajadores”.
Mientras,
sigue el miedo y el criterio subjetivo en la interpretación de los actos,
hechos y prácticas, al tratar de esclarecer la más temible enfermedad de los Estados modernos, seguirá campeando la
negligencia.
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