Me llamó una honorable
señora de Villarrica y me preguntó:
“La renuncia del Guairá y el arresto militar ¿son corrupción
sistémica?”.
Según la TGC, el “poder”, utiliza la ignorancia de la Ley, cuando desea
esconder intereses o simplemente lograr preponderancia abusiva.
Aunque se sabe, en
derecho, que la ignorancia de la ley no se admite a nadie, sea un particular o
uniformado, sigue pretendiéndose interpretar según quien manda.
La corrupción sistémica adquiere visibilidad, justamente,
recién cuando no se respetan los principios
constitucionales, que sustentan todo estado de derecho; con mayor razón, si
este resulta de carácter social y
humanista.
Tratando la cuestión por
parte, en el primer caso, tenemos que un gobernador
solo puede ser removido por un juicio
político, según nuestra Constitución.
Comprendiendo solo este
punto con claridad, el simple voto acomodado de una Junta, que da tratamiento a una esquela de renuncia resulta
aviesamente inconstitucional y nulo.
Se tipifica la
corrupción sistémica al pretender hacer a través de un derecho de facto, una interpretación de la
voluntad popular.
En cuanto a la
arrestada, la institución castrense
no actualizó su ley, a la Constitución
de 1992, y los principios internacionales que la misma consigna. Por ende,
también cae en corrupción sistémica.
La claridad, la libertad y
la virtud, dan un paso muy
importante en la buena interpretación de la ley; de no ser así, fácilmente, se
cometen injusticias, que no son otra
cosa que la corrupción sistémica en su máxima expresión, en perjuicio directo de la gente.
Aquí nos damos cuenta la
meridiana importancia de este principio de ciencia,
para ir bajando la gran corrupción,
tan desgarrante para cualquier mortal, ya que la lógica sencilla en boca de la
gente, permite ya identificar la gravedad de los hechos en política y en justicia.
De seguir los encargados
de administrar la tan famosa y escasa Justicia, en nuestra democracia social de
derecho, cometiendo sin piedad actos, hechos y prácticas de corrupción, el estallido social siempre es inevitable,
por más de que se quieran cambiar las figuritas.
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