Acuerdos de balcón
Un parroquiano de Alberdi dice: “La corrupción sistémica sería resultado de la negociación”
Según la TGC,
cuando el poder no baja la ignorancia, principalmente en la parte jurídica, es cuando se producen
las injusticias.
Este juego de responsabilidad,
se establece en cualquier poder del Estado;
sea de facto o legítimo, cuyos actores, generalmente, tienen dos posiciones. Una, continuar lo que ya está en la estructura; su funcionamiento viciado
institucionalmente. Otra, más compleja, que es ajustar y establecer una justicia respetable, dentro de un estado
de derecho y sistema democrático de
verdad y acción.
Pacto en contrario
“Hoy la gente ya sabe de las distintas alianzas de conveniencia;
pero hasta hoy no se ven resultados en los procesos
por casos corrupción, que parecían evidentes”,
insistía el ciudadano.
Al confundir la interpretación constitucional, pretendiendo convertirla en civil, por parte de los
llamados funcionarios, la suerte de
nuestra democracia, va adquiriendo falencias insuperables, al permitir el
abuso de las influencias en las leyes
y en los contratos, manejados discrecionalmente, a nombre del Estado.
La claridad, la libertad y la virtud, plantean la solución
al pedir la modificación de los
artículos de la ley de fondo del Código
Penal, actualizando con la terminología de actos, hechos y prácticas de la
corrupción sistémica, en concordancia con la Constitución y Convenciones internacionales sobre la materia.
Materia independiente
Con esto se logrará la autonomía del estudio y tratamiento de la corrupción, calificando como delito independiente, superando así la confusión
reinante hoy.
Si no se logra implementar esta innovación, los “mitos anticorrupción” seguirán
dominando, con nombres y apellidos, en toda la geografía nacional, traspasando
incluso las fronteras, por la naturaleza transnacional de este tipo de crímenes contra el erario y los pueblos.
Esto es moneda corriente en Latinoamérica, en nombre y representación de la
democracia de boca, pero solo para los resultados
económicos que genera la ignorancia
en movimiento, expresada en todo contrato público.
Lo conocido hasta el momento, como símbolo del progreso en
las campiñas, es la violación sin
límites de un Estado de derecho, muy proclamado pero pisoteado en los
poderes, al convertir a la constitución en letra inerte, por medio de sus decisiones antijurídicas por conveniencia
política o económica, denigrando el bien
común.
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