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Sobre la corrupción y el paralogismo político,que obliga a obedecer

Este paralogismo, entre la obediencia y la corrupción sistémica, obliga a los políticos, cuando no manejan con claridad, libertad y virtud, la política; haciéndolos caer en falsas apreciaciones. Según la TGC, toda política es arte y ciencia, cuya praxis nos obliga a entender y conocer. La costumbre en los países subdesarrollados de Latinoamérica, ha sido pretender hacer obras majestuosas, sin importar un estudio serio, sobre las consecuencias que implica, tal o cual proyecto; con esto seguimos heredando deudas, cuyo pago empobrece rotundamente a la gente, en toda la geografía nacional, sin lograr solución alguna a favor de los aborígenes y campesinos.

Sobre la corrupción y la legitimidad

Lo que sostiene a todo poder, en la corrupción sistémica, es el carácter de autenticidad; en cuanto a la legitimidad de los hechos, actos o prácticas corruptas, a favor de los administradores públicos. Según la TGC, el poder, naturalmente corrupto, necesita de una democracia verdadera ante el pueblo.

La corrupción en la Región latinoamericana

Si afirmamos que el denominador común en toda Latinoamérica, es la corrupción sistémica: En perjuicio constante de la ecología, sin dudas. Según la TGC, el poder, sin una política clara conduce a la ignorancia en la ocultación. La costumbre de los dobles discursos, de la gran politiquería, cada día, queda en mayor evidencia, a nivel Mercosur.

Estado, servicios y corrupción sistémica

Informados por la prensa, el pueblo sabe que las instituciones que prestan los servicios públicos, no han pagado, durante años, por la provisión de agua, luz ni teléfono. Según la TGC, la “ignorancia en la ocultación del poder, sostiene la estructura de la corrupción sistémica”. Aquí se está aplicando, con mucha precisión, el principio antijurídico de “ la Ley no se aplica para los que mandan” . Éstos pueden desviar, libremente, los fondos asignados en el presupuesto.

Los "menos peores" y la corrupción sistémica

En una sociedad farisaica; sin doctrina; donde el pueblo fue maltratado, a nombre de una democracia bananera, lo único que puede esperarse, como resultado, es la primacía de los “menos peores”. Es lo justo para la corrupción sistémica. La teoría general de la corrupción (TGC), establece que: Sin la disminución de los niveles de ignorancia, en la ocultación de los sistemas de poder; tampoco puede bajar la corrupción.

La corrupción, a costa del pueblo.

Nada facilita más la comprensión de una doctrina, como la abundancia de materiales y ejemplos gráficos; existentes en los hechos, actos y prácticas de la corrupción sistémica, a costa del pueblo y de sus problemas diarios. Según la TGC, la “gran corrupción o sistémica”, se da principalmente a través de una “ley”. El despertar del país, a través de la democracia; con libertad de acción e ideas, van levantando la verdad de la “doctrina curacionista”, que ubica a la gran corrupción como el problema central de la política y la economía. Devolviendo al derecho, su función rectificadora, curativa, por medio de la justicia y la buena interpretación.