Una parroquiana de Yaguarón me dice: “No se puede luchar contra un sistema perfecto en el poder”.
Según la TGC, el poder naturalmente ¡utiliza a la corrupción!
Tal vez fue esa condición, precisamente, el motivo de fundar la propia idea de hacer otro sistema, el de la TGC, porque solo así se podía desarmar y bajar la gran corrupción de los poderes; caso contrario, habrá más caos, hasta un punto imposible de sobrellevar en sociedad para solucionar.
Lo más difícil es hacerle entender eso a la población, de que si no bajamos la corrupción, el país tendrá más tropiezos cada día.
Aumentó y aumentará, si no se corta, ya que la primera infancia aprende del proceder y el vivir de sus mayores, entonces, los resultados del mañana, a la vista ya todos tenemos.
El alboroto en un Estado fácilmente puede empezar con un gatopardismo en política, más si la población carece de cultura cívica en una democracia social de derecho.
¡Pero tenemos que superarlo, somos humanos y capaces!, exclamó la dama.
En política no es tan fácil. Se pueden hacer intentonas, con movilizaciones de aquí y de allá, pero si no hay madurez capaz de aceptar la verdadera interpretación, la lectura obligada a los ciudadanos para concienciar, sigue el status quo.
Un sistema se crea, justamente, para tener muy poco peligro de ser descubiertos, entre la gente que no está en el poder, pero, que en última instancia son los aportadores para seguir sosteniendo el Estado. Esto es así en el gobierno mundial, sea cual sea el sistema ideológico que prime.
La juventud quiere pero debe ser consciente y conocer la implicancia de un Estado de derecho y los sacrificios que requiere su formación, tiempo aprendiendo este sistema, al que usted dice tan perfecto, a través de las ciencias sociales, base de la ciencia política. Solo así, luego, tendrán suficientes resultados, venciendo a la ignorancia, dentro de cualquier sistema, que siempre, por su propia condición, se creía, perfecto.
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