Una parroquiana de Asunción me explica: Hoy vivimos un nuevo mundo, con más humanidad y respeto por lo social.
Según la TGC todo lo nuevo asusta y molesta a la población.
Reconocer lo nuevo es clasificar el entendimiento para tratar de elaborar
renovadoras condiciones para la propia existencia, esperando salir adelante.
Guste o no, debemos adaptarnos. Ya nunca más habrá libertad ni
amontonamientos humanos.
Si bien todo ser siempre trata de sobrellevar las vicisitudes al mejor
estilo de superación, esta situación será la más difícil, ya que cambia
totalmente el interés de pensar y buscar un nuevo camino, ante cualquier
explotación. Entonces deben tener más constancia en la “fe”.
Hemos despreciado y destruido la naturaleza. Hoy nos está pasando
factura a todos.
Tal vez sea la claridad, pero lo más importante es no perder la calma,
para tratar de superar este momento y volver a comenzar, ya que el mundo
siempre fue así.
Lo esencial es no rendirse a los miles de problemas de pasatiempo.
Este momento nos permite sanear y vivir mejor en todo.
Si cada quien se conociera así, la misma civilización hoy no estaría en
la forma que está. Medio apagada, con pretensiones sin medida de la gente y sus
intereses. Siempre dispuestos a buscar su bienestar personal, pero descuidando
a la generalidad.
Aún, a costa de la ignorancia, caballito de todo, sin límites y sin razón.
Cuando al servicio de poderosos, mostrando pan a piedra, sin importar otra
cosa, más que sacar lo poco de mucho y luego nombrar principios leyes, sean
socialmente aceptables, asegurando tal vez una dinastía económica.
Si a esto le llamamos “nuevo mundo”, la corrupción sistémica surge
también en nueva forma, pero con los mismos elementos intrínsecos.
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