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Imagen de Gerd Altmann en Pixabay |
Una parroquiana de Asunción me llama
y me dice: “Hay bola de nieve en los préstamos internacionales que
está haciendo el país…”
Según la TGC, la ignorancia
es elemento y base de la economía: En cualquier sistema político.
Nosotros nos hemos elevado en la democracia
verbal; pero no en la democracia económica. Con la consecuencia de tener
que pagar muy caro por préstamos internacionales, como es común a prácticamente
todos los países subdesarrollados.
“Justamente este mismo problema le
ocurrió a México en la década de los 80: su endeudamiento por la
supuesta maravilla de la explotación…” –agregó la ciudadana.
Los recursos naturales de los países
deben ser bien manejados y respetados, caso contrario la nación puede sufrir
daños irreparables.
Sin embargo, esta situación sigue
siendo poco comprendida por el común de los ciudadanos y su diario vivir como
artífices de la vida de un Estado.
“Hoy puedo ya recordar las maravillas
allá en México en esos años, para luego terminar en la hecatombe…”–siguió.
Si pensamos y analizamos con
claridad, es fácil inferir que la economía de las naciones debe ser una
de las más difíciles de manejar.
Tal vez porque las regulaciones
dependen íntegramente de la dirigencia, pero los negocios público- privados
siguen en manos de poderes fácticos.
Tanto, que últimamente es el sueño
de cualquier negociante bien relacionado con mandatarios. Porque en la lógica
nativa, es la única forma de que la gran corrupción tenga visa de
legalidad. Tras alguna ley, decreto o resolución.
De eso se valen.
Cada céntimo obtenido en los
préstamos internacionales se termina pagando más de 15 veces más del capital.
Y, a veces, para colmo, entra un gobierno “gatopardista” pagando calladamente
la deuda dejada por el anterior: normalmente es el acuerdo previo para la victoria
y sucesión “pacífica” posterior en el mando.
Eso es subdesarrollo
político y económico.
A ese hecho se le suele llamar
también “ayuda” a los vernáculos de los países.
Sin lugar a dudas hay mucha
incertidumbre con los préstamos, sean nacionales o internacionales.
Porque son movidos siempre en
nombre de “rápido desarrollo”; pero con la hambreada y sufrimientos de los
pobres y necesitados de estos países.
Todo se maneja de acuerdo a
intereses económicos de camarilla.
Allí no importan los principios
morales; ni religiosos, ni tampoco los de libertad.
Mucho menos, los derechos humanos
universales, que deberían primar en un Estado de derecho, y no una bola de
nieve sin control.
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