Una parroquiana de Asunción me dice: “Lo superficial ahoga al país”.
Según la TGC, la ignorancia divide al poder, en cualquier sistema político.
Últimamente, estamos muy interesados por las cuestiones de Estado. Esto se debe a la democracia social de derecho, que nos gusta sentir, vivir y opinar. Para formar parte de una nueva sociedad.
“Existen nombres y apellidos en hechos de corrupción y nada”, afirmó.
Nuestros administradores de la lucha anticorrupción están trabajando; pero la solución no es tan rápida, éstas estructuras se deben ir curando de a poco.
Hoy parece que les llegó el turno a los municipios y gobernaciones. La cantidad despilfarrada cada día aumenta y nos damos cuenta lo terrible del flagelo de la corrupción.
“Si la verdad no se respeta no hay justicia”, sentenció.
Muy cierto, pero pedir eso a un país latinoamericano. Sería ilusorio, ya que el 90% en la política no respeta tales principios, justamente argumentando mayoría para llegar a los cargos.
“¡Pero si ellos no respetan esos cargos es injusticia!”
Uniendo el poder con la ignorancia de la ley, tenemos la corrupción sistémica, tan devastadora a la hora de ver con claridad los perjuicios causados en las obras públicas y ni que decir en cualquier acuerdo nacional o internacional.
Casi no respetan ni los principios básicos del derecho, con tal de sacar ventaja a costa de todos los habitantes.
Hoy está en peligro la propia convivencia, por los despropósitos de lo superficial; propuesto mediante contratos leoninos en perjuicio de todos, pero en bien del “mais grande”.
Eso es ignorancia en lo superficial.
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