Reseña del libro "¿Vale la pena litigar?"(Fides, 2016) del Dr Jorge Darío Cristaldo Montaner.
Por: Francisco Blanco León
Conocer a un amigo en la sombra o en un escrito, es lo más sublime, en procura de la verdad y el derecho. Y el libro abre el camino al conocimiento de la gente: Aquí en Paraguay, donde al escritor se lo considera amargado, haragán y sin voluntad de colaborar para seguir manteniendo un tradicionalismo obsecuente y servil en la política nacional.
“¿Vale la pena litigar?” sale queriendo mostrar esta verdad en un sistema social de derecho en democracia.
El prólogo del ilustre Alcibiades González Delvalle, nos muestra a cabalidad la existencia de la corrupción sistémica en los poderes.
Como creador de la teoría general de la corrupción, puedo asegurar a los lectores que el libro, describe los actos, hechos y prácticas de la corrupción sistémica, dentro del proceso judicial, desde sus primeras páginas. Conocimiento necesario, para luchar contra este gran flagelo, que debe ser enseñado a los estudiantes de derecho y funcionarios públicos, para inculcar el respeto a la ley.
“La interpretación no es sólida, es líquida, como el agua, se ajusta a las partes. De acuerdo a la opinión, el temor o la venalidad de los jueces”, afirma el autor.
“Vale la pena litigar”, con toda seguridad, es una biblioteca para un principiante de la ciencia del derecho; obligado a leer para conocer, sobre el terreno que le espera en la lucha profesional en el país.
Al mismo tiempo resulta un agudo dolor a los viejos profesionales que nunca han comprendido la razón para buscar la justicia, ante el dolor agudo de un pueblo sin origen.
Las guerras y los golpes, movidos por la corrupción sistémica, alegando política partidaria y entregando grandes intereses estratégicos; por vivir mejor, “él y su familia”, sin importar la buena aplicación del derecho.
En este libro hay una mención con claridad del “juez robot”. Que la máquina tiene tal vez rapidez en repetir, pero carece de conciencia y de libre albedrío, fundamental para la solución del buen derecho en convivencia. Y afirman los mismos propulsores que la corrupción seguiría, ya que esa “máquina” la carga un humano.
La otra novedad para cualquier estudiante y profesional abogado, serían la mediación y la conciliación como importantes medios para la rapidez de la solución, principalmente en los conflictos laborales, cuyos procesos están plagados de innumerables vicios, muy bien señalados por este autor, conocedor en la materia, ya sea en el Poder Judicial o en las principales universidades del país.
Los adjetivos utilizados para señalar al abogado nadie puede discutir, en el mundo entero; pero el caso de nuestro país y tal vez, latinoamérica, es muy doloroso y triste.
La pobreza cultural, paupérrima, de donde proviene la mayoría de los profesionales abogados, algunos creyendo construirse culturalmente, al pasar los cursos y conseguir el tan anhelado diploma, los lleva al abismo de ser obligados en los puestos públicos o por el sistema, a prostituirse al arbitrio de sus patronos.
Otros eligen la profesión o la politiquería, llegando muchos hasta legisladores, movidos absolutamente a favor de la ignorancia que no tiene límites en nuestros países.
Los pocos rebeldes al sistema, viven y venden, de las empresas multinacionales y la enseñanza.
Viven siempre, medio abandonados y desentonando dentro de una sociedad sin cultura y sin maestros.
Pero son necesarios libros como éste; escrito por un gran jurista, para comenzar a gatear políticamente y superar de a poco, la ignorancia y corrupción en toda América Latina.
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