Una parroquiana me pregunta, en plena calle de Asunción: ¿Vale la pena hacer el bien con ética?
Según la TGC si el poder casi no respeta la ética hay ignorancia. Es algo automático.
Ciertamente, la ética solo sirve para una persona, no para corregir el comportamiento humano en general; para eso está el derecho, único capaz de establecer claridad en cualquier enredo.
Esto se agrava cuando dentro del propio Estado, sus cabezas no reconocen su posición como funcionarios públicos, esperando que la gente también caiga en la ignorancia, caballito de la corrupción en los países de cuarta.
"Aquí -repetía esta señora- todos recitan en la prensa los actos, hechos y prácticas consentidos desde sus cargos y la justicia"
Eso nos demuestra que existe un alto grado de la corrupción en la función pública y obliga a los dueños del primer poder, tratar de hacer cumplir el Estado de derecho en democracia, participativa, donde hasta hoy sencillamente, son los mandantes quienes crecen y se desarrollan económicamente, ya que el pueblo está más golpeado que plantilla de zapato.
“No podemos seguir así: Sueldos de primer mundo, compras sin necesidad, estafa aquí y allá y hasta en el primer poder”.
Un pueblo ignorante de los países pobres, manejado y manipulado por los “autóctonos”, ignorantes peligrosos, al servicio de los intereses multinacionales es la peor plaga, ya que sin remordimientos venden a sus conciudadanos, haciendo pasar el mote de dirigentes sociales o políticos, llevando como chapa al frente latinoamericano, consumido por ignorancia y corrupción en perjuicio de los más necesitados.
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