Pérdida progresiva
Un parroquiano de Ca’aguazú me decía: “Mientras la valoración social se abandone, imperará
la corrupción sistémica en los
gobiernos”.
Según la TGC, el poder debe respetar esta valoración en
cualquier sistema político, la valoración social juega un papel
importante, para inspirar la percepción
de seguridad a la población, a favor de los llamados administradores. Caso contrario,
al perder esta esperanza, cada quien empieza a buscar las salidas, como se
suele decir, “a su manera”.
Proliferan así la delincuencia
y los aguantaderos; creándose nuevas cáceles y confundiendo a la gente, por la falta total de valores.
Cargos democráticos
Nuestra democracia en
acción y movimiento, acepta la ideología capaz de mejorar la convivencia social; pero cada tanto aparecen los
señalados, ganando cargos vitales para el Estado, sin importar sus antecedentes
de corrupción, dejando en la cuneta todo principio de valoración, repetía
ofuscado este buen hombre.
Esto no debe sorprender en una democracia, ya que, siempre,
las puertas están abiertas y los transgresores,
aun ganando los cargos, no podrán cambiar sus hábitos y el precio en política siempre saldrá a la luz, ante
cualquier sociedad. Con mayor razón en nuestro caso, un país donde nos conocemos todos y se cree saber todo.
El imperio de la ignorancia
y la corrupción en la designación de los cargos, va consumiendo, lo poco que
resta de la valoración ética de nuestra
sociedad.
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