El surgimiento de movimientos llamados "anticorrupción" en diversas partes del globo, para cuestionar la corrupción individual. Y así también los grupos de protesta contra la corrupción "sistémica".
Entre los movimientos de corte ético, contra la corrupción pública-estatal, se puede citar como el más representativo al promovido con el liderazgo de Anna Hazare.A su acción se debe connotar el gran desarrollo espiritual de su pueblo, con el cual puede compartir una historia común de combate y abstinencia.
Con respecto a los movimientos denominados "Ocupa WAll Street" y de los "indignados", que tienen un corte visiblemente más apolítico que el de Hazare, debo manifestar que constituyen la realidad social que se vislumbra aún en 20 o 30 mil miembros, hoy, pero que irá creciendo inconteniblemente, reforzados por las "anarquías" modernas, de dos o tres meses ocurridas en países de Oriente.
Indudablemente hay "algo que perseguir", una nueva forma de existir, tal vez sin mentiras e hipocresía.
O quizás con éstas dentro, pero no manifestadas. El derecho debe revolucionarse(¡YA!). El principio romanista o jurisprudencial, con formalidades que opacan el fondo de los conflictos, puede estar llegando a su punto límite. El punto en el que ya no puede utilizarse la ignorancia colectiva como medio para el abuso y la primacía de intereses sectarios.
La gente, los ciudadanos y hasta los funcionarios(que antes eran esclavos del sistema) se manifiestan, exigen, recuerdan y atropellan si es necesario. El costo del silencio se ha cuadruplicado. Los costos de mantener un modelo de estado corrupto y mentiroso ya no son rentables. Hay déficit, desidia, desinterés, ignorancia, apetencias, persecuciones, arrebatos,...pero, un no sé porque de "esperanza" inunda la acción diaria de las mujeres y de los hombres.
Paraguay, en ese contexto
Mi país, cuya clasificación en este año 2011 fue de "primero" en corrupción de latinoamérica, no está ajeno a esta "revolución" mundial que se está tejiendo de a poco en el mundo.
Tenemos, una manera peculiar de ser rebeldes e irreverentes.
No hablamos de revolución, porque nuestro afán no consiste en cambiar estructuras(las pocas que se han construido en menos de un siglo de cierta "paz") sino en iniciar una renovación de las personas.
En su modo de ver y de expresarse.
He hablado en la presentación del curacionismo, el domingo 4, que necesitamos una nueva guarania. Es decir, culminar con éxito ese matrimonio de nuestros origenes aborigenes y occidentales. Tomamos lo bueno de la sabiduría existencial fundamental de los guaranies, y llevemos adelante nuestra esencia de lucha contra la injusticia, de los comuneros, de la República. Una nueva forma de vivir es posible, aquí y en cualquier parte de este planeta.
Desde el movimiento "Nación Grande" ya nos adherimos hace más de 35 años a esta causa anticorrucpión, y encontramos en ella la esencia y el fundamento de nuestra vida civilizada, de nuestra acción política presente y futura: la búsqueda de la curación social.