Nos
embebe a todos la proximidad de una nueva fecha patria; y ante este
acontecimiento no hacemos más que pensar sobre la realidad que nos ha rodeado
en estos casi 200 años de historia como nación libre y soberana.
Ya
desde nuestro comienzo institucional la lucha contra la corrupción tuvo un eco
social preponderante y no se proponía ser una cuestión meramente gubernamental,
o en muchos casos un ocaso de la dictadura.
Por
el contrario, nuestro pueblo siempre quiso ser mejor, se afanó por no dejarse
imbuir fácilmente por cualquier corriente de pensamiento que no considere
plenamente válida para su realidad histórica; pero tal vez ese cuidado, esa
temple, nos llevó casi al conservadurismo inútil, a una ignorancia ignorada
siempre, no dimensionada y por ende en una catástrofe política al parecer
insuperable.
La
corrupción política en el país se hizo presente desde el primer flamear de la
bandera nacional, como si el desarrollo y el bienestar estuvieran vedados al
pueblo paraguayo.
El
surgimiento de nuevas corrientes de pensamiento siempre fue motivo de
observación y hasta de mal genio del híbrido social.
Pero
la corrupción no tiene 200 años como muchos quieren hacerlo ver; la corrupción
tiene etapas bien diferenciadas en la historia nacional. Etapas que se van
sucediendo en la esfera política y social con característica bien
distinguibles.
La
primera, que en el material didáctico hemos dado en llamar del "QUE",
es aquella donde el analfabetismo reinaba y por tanto se hacia necesario según
las mentalidades brillante de la época un poder inmanente y fuerte en su
soporte militar.
Una
segunda etapa, donde los ignorantes peligrosos, ya no vislumbran límites a su
acción y condensan toda la historia paraguaya para acomodarla a sus intereses,
y ubican a los acomodados, que antes fueron sus patrones, a su único y perverso
servicio. No es esto una defensa a la aristocracia, ni mucho menos, pero si una
habilitación para llevar a comprender el fenómeno de la corrupción como una
evolución histórica nuestra.
Era
esta segunda fase la época de las dictaduras militares donde no hacía falta
otro requisito que el de ser inefable y sin escrúpulos para llegar a manejar
las más altas cumbres del poder militar, social y político. Pareciera que la
historia nacional, y el "Contrato Social" de Rousseau se
reescribirían en Paraguay.
Por
último la fase actual de la corrupción, es la era de los acomodados, que, como
no gozan sino más que el poder de la prebenda, y peor su origen tiene que ver
con el desarrollo de la segunda etapa con sus privilegios estructurales, no
cuentan con una estructura social válida sino solo con ambages de praxis
política mercantilista, nada más. Los fracasos de ese tipo de personajes,
llenan los libros de historia política.
En
fin más adelante tendremos los detalles de estas tres etapas de la corrupción
en el Paraguay, y de la corrupción en sí estudiada como un sistema coordinado
de interacción viciosa.