Una parroquiana de Pilar me dice: ¿Lo correcto muchas veces no es lo justo?
Según la TGC, la
ignorancia utiliza a la ley en los sistemas de la corrupción. Esto es
así, en todo el mundo y en todas las épocas.
Si
distinguiéramos éticamente, lo correcto de lo justo, tendríamos que, muchas
veces lo correcto, a la luz del estudio de los actos, hechos y prácticas
de la corrupción, no siempre suele resultar en lo justo; ya que no se respeta
en debida forma.
Se procede así,
normalmente para aceptar cualquier tipo de solución en las instituciones
públicas, alegando inconveniencia de su premura, haciendo pasar, ante cualquier
obstáculo jurídico, consiguiendo convencer a los mismos controladores, llenando
ellos mismos sus haberes como encargados institucionales. Es la ignorancia como
negación, la cual, está totalmente prohibida a los funcionarios públicos;
por el principio de la responsabilidad social.
–En nuestro país
tenemos dos clases de funcionarios públicos: los que son y los que dicen que no
lo son. Y también, ¡los que dicen que por ser electos no son funcionarios…!
–ejemplificó la pilarense.
Mirando
objetivamente es muy cierto, hasta hoy existen esclavos de la ignorancia esperando
que, al ser electos para un cargo público, y representar al país, como en el
siglo pasado, los ciudadanos pasarían a ser sus súbditos. Que deben obedecer.
Pero no cuestionar y ¡menos acusarles de la corrupción!
–¿Por eso lo
correcto no es lo justo en la administración pública? –volvió a preguntar la
ciudadana algo molesta.
Aquí se debe tener
en cuenta lo siguiente.
En toda norma existe
la moral a ser exigida a cualquier encargado de las funciones públicas. Que al
no respetarse puede aparentar lo correcto, ante la vista de la gente,
interpretando sin ética la ley. Esa inconsistencia da como resultado la
injusticia.
La ignorancia
interpretativa en las instituciones del Estado, da como resultado inexorable
corrupción sistémica en acción. Destruye esto a cualquier sistema político y
alarma a la población por la falta de justicia. Se pone en duda así la
investidura de los propios encargados nombrados y votados, cuyo único actuar,
sin ética, hace presumir que el propio gobierno está corroído en su estructura,
que día a día va cayendo a la sombra de la ignorancia. Pensando confundir a la
mayoría, en su propio beneficio personal, de paso en sus actuaciones
institucionales. Queriendo vender lo correcto como lo justo.
Esa es la mayor
burla democrática de nuestros países.
Comentarios
Publicar un comentario